Tú y yo podremos pasear juntos bajo ese cielo estrellado, muñequito. Justo cuando tu pelo se torne castaño claro, como antes. Justo cuando tu sonrisa se vuelva blanca y de leche. Justo cuando el brillo de tus ojillos negros se refleje en los míos, al mirarte. Justo cuando tus tiernos balbuceos se escuchen a distancia y se perciban tan nítidos como tu primera palabra. Justo cuando te acune y te tenga entre mis brazos por última vez. Justo entonces volveremos a vernos. Justo entonces, mi pequeño duende, volveré a tener fe.
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