miércoles, 31 de agosto de 2011

¡Vamos!

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Eterna ilusa, compasiva, retraída y bebedora, dejóse caer por el precipicio de los sueños rotos. Con esa mirada apagada, esa jeta extraña (que solía llevar a diario), ese aspecto sosegado y una espléndida sonrisa se despidió.

Su infancia, su primer beso, su familia, su juventud, sus ojos, su rostro y aquellos momentos que jamás saborearía, se entremezclaban y perdían altura, al mismo tiempo que su cuerpo, se desplomaba en contra del viento y a favor de la ley de la gravedad.

Ya no importaba quién, dónde, cuándo, cómo y por qué, ya no. No tenía peso ni sentido el odio, los celos ni la pasión. Esa presión en el pecho, ese dolor, ese ardor que te abrasa de la mala conciencia, no la sentía, ya no. Ya no recordaba la sangre que se derramaba de dos cuerpos entrelazados, cegados por la lujuria y manchados por el pecado de la traición. Ya no veía sus lágrimas, sus ojos azules pidiéndole redención, ya no. Ya no podía oír los gritos al dispararse el cañón, ni sentir el olor a sexo, a muerte y a plomo, ya no. Su insignificante existencia ya no importaba, ya no…

Fue entonces, cuando, con intermitente vivacidad y nitidez, y a dos palmos del suelo, oyó de nuevo esa voz, esa frase que retumbaba en su delicado cerebro desde hacía tiempo, ésa que le había "empujado" a vivir cada día, ésa, que le había dado esta noche las fuerzas para disparar, la misma que la había empujado a alcanzar esta noche, el descanso eterno: -¡Adelante! Sé que puedes hacerlo-.

¡A dieta!

-¡No más hombres! ¡Voy  a ponerme a dieta!-  
La primera vez lo pensé con doce años, cuando mi padre se marcho a Barcelona, para  “ampliar”  la familia, con una azafata, trece años más joven que él.
         - No te preocupes princesita, podrás venir a Barcelona siempre que quieras a visitarme, nos vamos a ver mucho más de lo que crees, ya verás…-  Dijo.
No sé en qué coño pensó entonces, desde aquel día no lo he vuelto a ver. Sólo sé  (por una prima de mi madre), que vive en una casa bastante grande, que tiene dos hijos, y que su flamante azafata cogió otro vuelo, (cinco años después de estar casados) y se largó a Londres. Allí amplió ella también la familia, liándose con un piloto irlandés, y en Londres se quedó.
Permíteme papi que te diga ahora: - JÓDETE-.
Trece años más tarde, se me pasó de nuevo la misma idea por la cabeza, cuando Sergio me dejó “plantada”, vestida de blanco satén, para “casarse” con Dios. Que no tenía mejor momento ni lugar para decidir “ponerse los hábitos”… Aun guardo en mi cabeza, aquella frase de consuelo, tan “exquisitamente sutil”.  que me soltó mi suegra con este impecable tacto:
         - Ay, hija mía, peor hubiera sido, si en vez de esto, te estuviera poniendo los cuernos, o fuese maricón, tú dime a mí que es peor…, Yo desde luego, siempre me lo había imaginado. Mi hijo ha sido siempre muy religioso.  Na’, tú no te preocupes mujer, seguro que encuentras otro pronto, con lo bonachona y guapetona que eres, escucha que piernas y que porte tienes…vamos, que no vas a tener problemas […]-
En fin…que os voy a contar… de verdad ¿Existe algo más embarazoso?... por suerte o desgracia… yo diría…que sí.
Veinte años han pasado desde aquello.  Podría decir, que llevo una vida de ensueño, que mi marido es rico y que tengo un jardín tan verde y grande, que se podría construir un campo de futbol en él. Pero no, soy  una cuarentona más, ama de casa y madre de un hijo y otro que viene de camino. Se podría decir, que mi vida ha entrado en eso que llaman rutina, pero…para mi sorpresa, esa concepción de la vida cómoda y las costumbres, ha cambiado desde esta misma mañana, en la que encontré una nota de mi marido, que decía:
         -“Perdóname Carol. El cáncer me ha hecho reflexionar bastante. Hace tiempo que deseaba contártelo. La verdad, es que ya va siendo hora de que piense un poco más en mí mismo, y más, teniendo en cuenta, que no me quedará mucho más tiempo de vida. Hace mucho que no soy feliz cariño, y no, tú no tienes la culpa. Eres la clase de mujer que cualquier hombre querría tener a su lado, pero cariño, necesito decirte algo que llevo guardando demasiados años, y me va quemando, y quemando más y más, más incluso que el cáncer, el hecho de no decírselo a nadie. Soy gay, […]”
Así que… ¿Qué demonios?... ¡Voy a ponerme a dieta!

martes, 30 de agosto de 2011

Déjale descansar

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Una noche cualquiera, una tormenta eléctrica en pleno invierno. A esa hora en la que el resto del mundo duerme, en una casa (como la tuya o, incluso la mía), quedó lejano el significado de la palabra hogar:

      -¡No os acerquéis!, no sabemos quién es ni dónde se ha metido. ¡Corred! ¡escondeos aquí! Aquí no nos encontrará, con cuidado, muy bien, entrad-

      - Pero...mamá...si es papá... ¿por qué nos escondemos?-

      - No cariño, ese hombre hace tiempo que dejó de ser vuestro padre, su "enfermedad" se apoderó de él-

      - Mamá, ¿crees que será contagioso?

      - No. Tranquilo pequeño, un hombrecito tan fuerte como tú y con un corazón tan grande, no puede contagiarse, como tú dices- Dijo con una débil sonrisa. -Tienes que prometerme cariño, que a partir de ahora te vas a portar bien y vas a cuidar de tu hermanita,que vas a ser muy valiente, que os vais a ir en cuanto amanezca a buscar ayuda, ¿vale, mi amor?-

      - Claro mami. ¿Te duele mucho?-

      - No cielito, estoy bien,acercaos a mí. No tengáis miedo,pronto pasará. sólo necesito des...-

      - ¿Mamá? ¿mamá? ¿mami? ¡MAMÁ! ¡MAMAAAÁ! ¡MAAAMI! ¡MAMIII! ¡MAMAAÁ! ¡NOOO MAMAAAAÁ NO NOS DEJES!!...-

Y entre sollozos, dos pequeños desafortunados, cargados de ira y dolor estallaban entre gritos de desolación. Él con tan sólo 6 años aguardaba la ansiosa venganza. Y sin tan siquiera decirle adiós,ambos, la dejaron descansar.

     

lunes, 29 de agosto de 2011

En las vias...la nostalgia.

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Ahora sí. ¿Qué es eso que llaman nostalgia? no sé si todos entendemos lo mismo por esta palabra. Yo creo que es ese sentimiento que se despierta en nosotros, con el sonido de una canción,  un olor, un sabor, un color, una prenda,... y aparece de pronto un gesto de forma automática: la mirada se pierde, los parpados se entornan ligeramente, esa sonrisilla perezosa, a medio salir de los labios, los ojos se dirigen al fondo del abismo de los sueños, y vagabundean por los recuerdos.
Tras un corto y laxo periodo de tiempo vuelves a ser niño, a no tener miedo a nada, a sentir como el frio del invierno o el calor del verano, cala y derrite a la vez tus huesos, esos huesos que no se empapan de la desgana y desilusión que provoca el ocaso y la vetustez. Sientes de nuevo, como cada estación entra con su propio olor, el olor a castaña asada, chimenea y turrón dulce del invierno, el olor a lavanda, azahar y hierba de la primavera, ese olor a crema de zanahoria y coco, a aftersun y cloro del verano, y por supuesto, ese olor de esa estación que me encanta, el otoño, impregnado de ese olor tan dificil de caracterizar ¿a qué huele el otoño? no lo tengo claro, creo que a roble fresco y hojas secas. Es curioso que una estación, que trae consigo el comienzo de un año nuevo con la caida de las hojas, sea tambien el que traiga consigo esa sensación de tristeza y añoranza. Siempre te siento, nostalgia, vestida de hojas secas. 
Ese bocata de nocilla que nos acompañaba con una buena peli, de las de mi época (the goonies, regreso al futuro) esa epoca en la que todo tenía sentido. Y, ¿qué me dices de la gran pregunta: "que quieres ser de mayor"? Tan pronto querías ser pirata,policía, torero, agente del FBI, o hasta monja de clausura, por supuesto la respuesta dependia de la pelicula que televisaran en ese momento. Con toda la vida por delante, ni más ni menos, para decidirlo. Para al final, ser cualquier cosa menos eso, pero menos mal, imaginate si realmente hubiera sido monja de clausura (quise serlo realmente), imaginate...Pero que época tan valiosa, la niñez, la época del todo vale por nada. Y las prisas que tenemos por crecer...cuantas y cuantas veces no habremos oido de alguien mayor: " no tengas tanta prisa por crecer...que todo llega...y estás en lo mejor de la vida"     ¡NADA!     ¡tu quieres crecer! jejejeje...pero bueno eso es lo que tienen todas las personas en común, querer más, ser más, antes y mejor.
Y así pasan los años, hasta que un dia, tienes 28 y te vienen algunos flashes cargados de risas, que suenan a modo de eco en tu mente, y te ves a ti mismo con ese careto de felicidad que lo has comprado, con los veinte duros que te ha dao tu madre, en la tienda de todo a cien. Sí, 100 pesetas, de las de mi época, eso justo valía la felicidad.
Es en esos momentos, en esos precisos instantes, en los que esos dulces  recuerdos embadurnan nuestra mísera existencia, quieres volver a ser tú, quieres volver a cometer cada error fortuito que te ha llevado a ser la clase de persona que eres hoy, que no es otra que: TÚ MISMA.
Gracias nostalgia, por hacerme valorar entre las vias*, cada instante que he vivido, unas veces lleno de huecos vacíos y neblina, y otras tan llenas de vitalidad y alegría. Y gracias por devolverme esas ganas de volver a sentir esa sensación de lo poco que hace falta para ser realmente feliz.



vias*: distintos caminos de la vida.

Noches de domingo.

Me pregunto qué estaréis haciendo en este mismo instante, las 23.58 de un domingo cualquiera, como este caluroso 28 de agosto. Un domingo, que está justo a dos minutos de abrirle las puertas al lunes. El lunes, odiado por tod@s menos los “parad@s”, para ellos todos los días es DOMINGO. ¿Por qué domingo? Podría ser para ellos igual que el sábado, un día al que siempre va asociado el descanso, los hobbies, hacer el amor (para much@s), salir de fiesta, sentir la libertad de poder hacer lo que te dé la gana. Pero NO, viven en interminables “noches de domingo”.
¿Y qué son exactamente esas noches de domingo? ¿Se celebra algo especial? ¿Qué clases de connotaciones tienen exactamente las noches de domingo?

Pues bien, las noches de domingo no son noches cualesquiera.Ya,tú llevas pensando que sí toda la vida, y ahora va a venir una  encomizada* a cambiaros los esquemas, peeero, así es, aunque creéis de forma inconsciente que simplemente son la parte final de un día cualquiera. Las noches de domingo, están cargadas de muchas emociones, sentimientos y pensamientos diferentes, y lo más curioso aun es, que van cambiando conforme va pasando el día:
                      Domingo:        

- POR LA MAÑANA:

          -Para los que salen la noche anterior: Resaca de turno-->Emoción:Ninguna, bastante espesura  mental-->Sentimiento-->Culpabilidad: Puf, vaya tela, ya no vuelvo a beber más-->MENTIRA.
         - Para los que no han salido: Madrugón para ir a por churros (aunque muchos desayunan churros con resaca)-->Sentarse en sofá después de desayunar, hacer alguna faenilla casera, ver algún programa repetido o la fórmula 1-->Emoción: poca=Aburrimiento-->Sentimiento-->Apatía.

Se pueden hacer más cosas, eso va en función del puto dinero o los recursos que se tengan.

- POR LA TARDE:
          - Para los que han salido: Recuerdos intermitentes de la noche anterior (flashbaack)-->incrementa o disminuye el tamaño del ego en función de lo que hemos hecho-->risas vs llanto-->Emoción-->Cóctel emocional, los podía haber hecho, lo que no debería haber dicho, lo triunfal que fue aquel rato… mezclados con las lagunas que no se consiguen llenar pensando y pensando-->Sentimiento-->Éxtasis + Arrepentimiento.
          - Para los que no han salido: Pesadez de estómago, por ser el último día de la semana, es precisamente en el que más se come. Empiezan a  aparecer los primeros pensamientos autoinstructorios y autocríticos: a partir del lunes dejo el tabaco, me pongo a dieta, me pongo a estudiar en serio, dejo de pensar en él/ella, etc-->Emoción: Cóctel emocional de lo que podrás cumplir y de lo que sabes que no podrás ni de coña-->Sentimiento: credulismo ilusorio*.

- POR LA NOCHE:
          - Para los que han salido: Abatimiento del fin de semana, dos o tres kilos de más, cosas de las que te alegras y de las que no, un par de amiguetes más. Primeros pensamientos autoinstructorios y autocríticosà Puf, verás tú a partir de mañana, si dios quiere dejo de fumar, de beber en un tiempo y ya veré como me las apaño pa’ follar más. Debería ir ya a partir del lunes a correr, que lo llevo diciendo un huevo de tiempo y nada… Puf, hay que recortarse que este finde me he pasao un huevo y veras tú luego a final de mes como nos vemos […] -->Sentimiento: Cansancio emocional de tanto  pensar-->Sentimiento: credulismo ilusorio.

Por supuesto, los pensamientos y emociones varían en función de muchas circunstancias y características personales, si se es estudiante, afortunado en el trabajo o parado, casado o soltero, etc.

Lo que sí es cierto, que aunque todos tenemos vivencias, sentimientos y emociones diferentes a lo largo de la semana, es que siempre está el domingo para hacer un recuento, de cómo ha ido la semana, al caer en la cama. Y de las cosas que nos gustaría emprender cuando empiece la semana con el lunes. El lunes, puñetero sea, porque queda una larga semana por delante cuando aparece el por la puerta de la semana, hasta que llega el vieeeeeeeeeeernes…mamma. Pero, hay que estarle agradecido, es desde ese día, desde sus primeras horas, aparecen nuevas oportunidades, nuevos proyectos (una vez se cumplirán, la mayoría no, pa que engañarse).
Los domingos por la noche, cuando son, más o menos, las 22.30, no sé si lo habrás notado tú, que los párpados te pesan más que ningún día de la semana, estás más cansado y tristón que cualquier otro día, estás en un estado casi depresivo, diría yo. Pero es a partir de ese final de semana, cuando nuestros nuevos sueños empiezan a cobrar vida, cuando nos perdonamos los fallos que hemos cometido a lo largo de toda la semana, es el día de la resaca mental y el perdón, el día de ordenar lo que desordenamos durante toda la semana. Por ello decidimos emprender nuevos proyectos de cambio a partir del lunes. Como técnica de autodefensa, filtramos nuestros errores cometidos durante la semana en estas noches de domingo, cosas que no nos gustan de nosotros mismos, y con la ilusión (a veces falsa), podemos conciliar mejor el sueño, y despertar con más fuerza y ganas al día siguiente, y seguir el círculo vicioso que tanto caracteriza al ser humano,"a partir de mañana..."

Así pues, nos queda una laaaaaaarga semana para reinventarnos de nuevo, ¿¿tú qué piensas hacer a partir del lunes?? Yo...pensar en cómo puedo cambiar las cosas a partir del día siguiente, jejejjeje....


                                 (F)

*Encomizada: Palabra inventada por mí, por adornar de forma literaria, más que nada. Viene a ser una persona en estado comatoso (en coma).
*Credulismo ilusorio: Palabra inventada por mí. También para adornar. Viene a ser una persona demasiado crédula e ilusa, que se autoengaña a sí misma.






viernes, 26 de agosto de 2011

Hoy

Vendo consejos pero pa' mí no los tengo, veo las barbas de mi vecino recortar y no pongo las mias a remojar, me cago en to' y toa la mierda me cae encima. Llevo cuarto de siglo buscando la jodida aguja del pajar, el pajar donde están los tres cerditos y el lobo montando una sucia orgía. Me siento la pobre abuelita de caperucita, la que nunca existió porque el lobo  (el de los tres cerditos) vestido de mujer, se la zampó. Me siento el "mudito" de blancanieves, viendo a la pobre bruja del cuento, esnifar cocaina, creyendo que eso la convertirá en la más bella del reino. Me siento como el pobre bufón llorón, cuya risa se apaga ante la mirada grotesca del rey altivo y encolerizado. Soy ese actor segundón, de la película que está basada en mi propia vida. Tengo el premio a la peor vestida, peor banda sonora. Sí, soy la guadaña, vestida con ropaje de vagancia. No te voy a escribir hoy una seguidilla de reproches, "broches" o añoranza, hoy sólo tengo ganas de despotricar sin escatimar, contra la injusticia, la desolación y la tiranía.

sábado, 6 de agosto de 2011

El dilema de Lena.



Ataviada con sus mejores galas color plata y luciendo esa larga y espesa melena castaña, esa sonrisa blanca y resplandeciente, se dirigía, como casi todos los días, a la panadería que había tres calles más abajo de su casa, a comprar pan de leña (que tanto le gustaba a su padre). Lena, como así la llamaban sus conocidos, llevaba 3 semanas en paro. A sus veinticinco, el único puesto de trabajo que había tenido era el de subcoordinadora y gerente de una galería de arte, en Madrid. Estuvo dos años y medio. Tenía un cargo irrisorio e insustancial, a pesar de la gran preparación y cualificación profesional que tenía, todos se lo decían.

Desde muy pequeña había sido una magnífica estudiante, la primera de la clase. Es más, la nota media que obtuvo al terminar el bachillerato de ciencias tecnológicas y de la salud junto con la que obtuvo en selectividad fue de un 9.9.

Ya, sé lo que estás pensando, ¿y cómo alguien que obtiene tantísima nota en un bachillerato tan difícil se va de pronto a la carrera de bellas artes? Sinceramente, nadie lo sabe. Lo que sí sé, es lo poco que tardó en decidir qué camino quería seguir en la vida, tardó exactamente media hora después de enterarse de su nota en selectividad. Aunque la verdad, siempre había demostrado tener dotes para las artes, la pintura, la fotografía, había participado en un taller de alfarería en el colegio, hasta incluso le dieron un premio de 5000 pesetas. Ganó varios premios escolares en concursos de relatos y cuentos que se solían celebrar en la semana cultural del cole. Simplemente había nacido para esto. ¿Que por qué entonces no estudió el bachillerato de arte? pues porque no quería sentirse limitada a la hora de elegir su camino y el que más puertas abiertas le brindaba era el que había estudiado. Y así lo hizo.

Con veinticinco años ya tenía un Máster de Diseño Gráfico y un Máster en Cultura Contemporánea, además de contar con un sin fin de cursos. Repartía el tiempo entre la asistencia a clase y un trabajo de camarera que realizaba por las noches  un pub del barrio salamanca de Madrid.

Pobre Lena, sufrió el despido de la galería de arte en la que trabajaba por la puerta de atrás. ¿Por qué? Acércate a la pantalla que te lo digo al oído, un poco más, un poquitín más, ahí, justo ahí…¡Porque se acostó con su jefe! Sí, cometió el estúpido error de creer que dejaría a su mujer por ella, PERO CÓMO PUDO SER TAN IDIOTA!


 La verdad es que el tipo era un cretino, pero eso sí, un “don Juan”. Tenía por entonces cuarenta y dos años, aunque se había criado en Málaga, su ascendencia italiana y francesa le hacían aun más atractivo, tenía unos rasgos muy varoniles y marcados. De cara cuadrada, rudo mentón con un hoyuelo en medio, ojos negros, negro azabache, la piel blanquita y una mirada tan intensa y profunda que a ver… ¿quién no caería a sus pies? O mejor dicho a su…vale, vale, ya me has entendido. Tenía un cuerpo atlético, solía hacer mucho “deporte” además de deporte.


Según contaba Lena, los fines de semana se escapaban juntos a una casa que tenía Giuseppe por los alrededores de Madrid, a su mujer siempre le decía (el muy mamón) que en la casa de campo siempre le venía mayor inspiración si estaba sólo. Claro, ya…solo…sólo con su amante querría decir, pobre mujer. En fin, era un capullo, aunque era el típico hombre que podía volver loca a cualquier mujer.


Según tengo entendido, era un pintor de estilo vanguardista,  además de escultor y fotógrafo, y un amante de la literatura. Ha escrito y publicado algunos relatos, bastante polifacético como puedes ver, un portento. Pero, dejemos a un lado a este personajillo engreído, por muy atractivo que sea, no merece muchos más renglones en esta historia.

Un par de semanas antes del despido, Lena, había decidido comentarle a sus padres que tenía una relación con alguien y estaba dispuesta a presentarlo. Además, estaba tan entusiasmada… Giuseppe le había prometido que irían juntos a París, allí tenía una casita y aprovecharían su estancia para presentarle a unos colegas, artistas bohemios cuarentones. Pasarían las noches entre porros y vino, entre musas y papel papiro, entre versos y prosas, entre otras cosas, con la noche francesa de telón de fondo. Tan romántico e idílico como ella siempre había soñado. Además, esa semana tendría la oportunidad de presentar en la galería de Didier (un amigo de Giuseppe) su obra, que tanto, tanto, tanto tiempo y esfuerzo había invertido. Un total de 60 cuadros expondría a la luz rutilante de la galería parisina.

Pero,  aquello nunca pasó.   


Dos días antes de coger el vuelo a París, quisieron celebrar los amantes una venta de 10 obras realizadas por Giuseppe. Esa noche la galería abrió sus puertas para poner en venta inmensos cuadros y cinco esculturas vanguardistas, al más puro estilo del artista. Embolsaron cinco millones seiscientas mil pesetas. Copas de champán francés, canapés de salmón y foie de pato deliciosos, se repartían entre los invitados. Y mientras, en el almacén de la galería una pareja de amantes hacía salvajemente el amor. Los pezones de ella se erizaban con el vaho que salía de la boca ansiosa por morder de él, sus gemidos avivaban más las ganas de poseerla y hacerla suya. Ella sentía húmeda una zona de su cuerpo que nadie antes habia tocado, sólo él, con su juguetona lengua, sus dedos artilleros y su miembro viril. Él tenía las de ganar en esa guerra de besos impregnados de flujos y pasión que habia comenzado hace ya un año y medio. Los gritos y gemidos de ambos y el olor a sexo flotaban por la habitación, danzando al son del amor.
Así, entre cuadros, cestas de mimbre, pinturas, sábanas viejas y pinceles usados, brotaba el sudor de dos cuerpos entrelazados, hechos el uno para el otro.. Hasta que, de repente, y justo cuando Lena a punto estaba de gritar y alcanzar el orgasmo, una extraña hilera de frio le sacudió en la espalda. Ahí estaba ella, de pie, mirando, sin articular palabra, ahí estaba inmóvil.


No dijo nada, ellos tampoco, no hizo falta. Raquel se dio la vuelta, con la mirada perdida, y salió con paso firme de la galería de su marido sin mirar atrás. Giuseppe, miró fijamente a Lena y sin darle una última caricia, un último beso, le dijo adiós. Lena perdió la vista entre los cacharros habidos en el almacén. Lo que antes parecía un paraíso bohemio y teatral se había convertido en un sitio frio, húmedo y sombrío. Estaba ahí, completamente desnuda, arropada con una sábana desteñida, cuando lo vio. Un cuadro que su amante se negaba a enseñarle siempre, con la excusa de que no estaba acabado, “algún día, dulce Lena, te lo mostraré”.

 Ahí estaba, tan grande, tapado con una larga sábana. Tiró con fuerza y el cuadro quedó al descubierto. Las lágrimas que aun no había gastado un instante antes, ahora brotaron con furia empapando sus rosadas mejillas. No podía creerlo, no podía creerlo, era la imagen de una silueta desnuda, era Lucía, y la cara de viciosa y el pose que tenía en el cuadro lo decía todo. En el fondo ella se olía algo, siempre llegaba con su voz de calienta braguetas con los cafés de la mañana, a la hora del descanso. ¿Os presento a Lucía? Bien. Lucia tenía 32 años, era fotógrafa, había hecho varios trabajos para Giuseppe, además hacía un poco el papel de manager. Era una fogosa pelirroja de ojos verdes con dos enormes tetas operadas y un culo redondo en forma de corazón, como le suele gustar a la mayoría de los hombres. De origen argentino aunque lleva doce años en Madrid. Fue alumna de Giuseppe cuando éste daba clases en la universidad de bellas artes de Madrid. Sólo estudió dos años de carrera, la abandonó porque se enamoró de un hippie granaino y se largó con él a donde nadie sabe. Un año después de aquella estupidez, realizó un curso superior de imagen y sonido y después un curso de fotografía profesional. En los años que estuvo en la carrera de bellas artes entabló buena amistad con Giuseppe. Cuando terminó los cursos, no encontraba trabajo y temía tener que volver a Argentina, así que, aprovechando que Giuseppe había decidió montar una galería de arte, le rogó si  podría realizar algún trabajo. Él, encantado le otorgó la responsabilidad de llevar las cuentas y ejercer de relaciones públicas. Poco a poco, ella se fue haciendo un hueco entre el mundo de la moda como modelo y fotógrafa, pronto dejó la galería y montó su propio negocio. Aunque sigue haciendo trabajillos para Giuseppe.

Lena, después de ver el cuadro, era muy consciente de  qué clase de trabajos hacía Lucía ¡Trabajos manuales y vocales! Que zo... Vale, sí, todos podíamos haberle dicho a Lena que sólo era un cuadro, no quería decir nada, peeero no, ella sabía que la pelirroja explosiva no sólo dejó entrever sus encantos que quedan escondidos por debajo de la ropa, y que la fresa madura que estaba mordiendo en el cuadro con ojos de posesa, no fue lo único que mordió, y que la gota de sudor que se deslizaba por su cuello, no fue la única gota que se derramó el dia en que su querido Giuseppe la plasmara en el cuadro. Los conocía bien a ambos, pero nunca imaginó que pudiera pasar algo así, o no se lo quería imaginar más bien.

Helena, que así se llama nuestra dulce protagonista, se vistió entre sollozos, secándose las lágrimas y los mocos en una camisa que Giuseppe utilizaba únicamente para pintar (decía que le inspiraba, que era su amuleto). Recogió las pocas pertenencias que tenía en el almacén y se fue al piso. Jamás volvió a la galería.

Estando en casa, en su pueblo toledano, San Martín de Pusa, recibió varias llamadas de arrepentimiento de su amante. Incluso le llegó a decir que si volvía a la galería, aunque no volviera con él, podría hacer el viaje como estaba previsto a París, había cambiado los billetes después de lo sucedido la noche que más ventas se hicieron en la galería. Pero ella, aunque descolgaba el teléfono jamás articulaba palabra, sólo se oía la voz temblorosa de un hombre arrepentido llorando, palabras en italiano, en francés, sabía que ella se derretía con ciertas palabras que, supuestamente, sólo le decía a ella, y sólo él sabía decir. Pero tampoco sirvieron, Lena jamás habló con él.

Se enfrentó a un gran dilema, aquel mes y medio que Giuseppe llamó día y noche sin parar. ¿Qué era mejor? ¿volver a la galería donde seguiría teniendo el mismo mediocre trabajo con la oportunidad de ir a París y exponer su obra que tanto tiempo había dedicado? Eso le abriría un hueco en el mundo del arte, un mundo en el que siempre había querido perderse. Tendría la oportunidad de aprender mejor el idioma, de conocer grandes artistas y aprender nuevas técnicas. O, quedarse una temporada en casa, pensar un tiempo qué hacer con su vida y empezar desde cero, sin deberle ni tenerle que agradecer nada a un señor que había jugado durante dos años y medio con ella. Después de mes y medio, Lena decidió y habló con Giuseppe. Éste, quedó atónito cuando oyó la voz templada de Lena a descolgar el teléfono, pero no escuchó las palabras que deseaba con tanto ardor. Tan sólo escuchó: -“No te quiero Giuseppe, no insistas más, sigue con tu vida y tus sueños, que yo empezaré a vivir los míos. Gracias por todo lo que me has enseñado. Cuídate. Adiós.”-

Tan sencilla, tan clara y honesta con él como consigo misma, Lena hizo las maletas, y con los ahorros de dos años que había guardado en una cajita dentro del armario, compró un billete a París. La ciudad del arte y el amor, ansiosa, esperaba su llegada.

¿Cumplió sus sueños? Por supuesto que sí, sin ayuda de nadie, con mucho esfuerzo, tesón, dedicación y pasión por su trabajo, fue galardonada con numerosos premios importantísimos en el mundo del arte. Poco queda ya de aquella niña ingenua que apostó su baza al juego del amor y perdió con ello la dignidad y el honor. Hoy a sus 53 años, puede agradecer la decisión que tomó a conciencia, a favor del desamor. Vive felizmente casada con un profesor de historia de L`universite parís Descartes. Tienen dos preciosas niñas, dos gatitos persas y un Gran Danés. Vive en una mansión, en un pueblito de campo en París. Viene muy poco por aquí, pero cuando lo hace, la calle entera se ilumina con su increíble sonrisa blanca y las calles saben a azúcar moreno, de la dulzura que se desprende de su mirada.

Sigue con tus sueños...Lena.

viernes, 5 de agosto de 2011

Podría ser...pero no.

Podría ser ese señor de 67 años que desea con impaciencia, la llegada de las 20.30 para salir a tomar el fresco que trae consigo el atardecer veraniego, con el único fin de poder disfrutar el momento en que su vecina, la de las tetas gordas, pasa por la acera de enfrente con su marido. Pero no, tengo 28 recién cumplidos, y no me pesa la espalda por el tamaño de las tetas, sino porque llevo a cuestas un saco de sueños rotos, tan lleno que está a punto de reventar. Aun me quedan retales esparcidos por ahí, para ponerlos como remiendos. Lo que nadie sabe es, que en casa, debajo del colchón, me guardo nuevos sueños que están por cumplir.

Podría ser esa chica burguesa que no sabe a qué sabe una hamburguesa chorreosa de salsas. Esa chica de metro ochenta, que pasa un dia entero hasta que el yogurt natural  que come, a la hora del almuerzo, llega a su escuálido estomago. Pero no, mido exactamente ciento sesenta y cuatro centímetros y puedo mirar sin mucho esfuerzo la distancia que hay desde mi pecho a la punta de mis pies. Podría ser burguesa, sí, pero nunca se me dio bien aquello de aparentar, me comí en pan de pita las dietas y la hipocresía.

Podría ser esa nena pija de corazón desnatado, que lleva una boina calada, uniforme de colegiala, zapatitos rojos de charol y un paraguas que hace juego con su sonrisa. Pero no, soy y he sido siempre bastante destartalada y lo único que suelo llevar a juego es la sinceridad con el corazón.

Podría ser una morenaza con los ojos mas verdes que jamás has visto, o incluso una preciosa rubia de tez cálida y ojos azules, y ya puestos, podría haber tenido heterocromía iridium. Pero no, tengo ojos color miel y algun@s dicen que con ellos endulzo las muecas que nacen de la tristeza, no sé yo... no sé yo...

Podría ser fría como el hielo que cae y jode las parras del viñedo, o ese fuego que se aviva cuando la fuerza del viento arremete contra él. Pero no, soy como agua corriente, tibia y dulce, que deja huella manchega por donde va.

Podría ser una peli de terror, ficción, comedia, drama o musical. Pero no, vivo en eterna comedia romántica, en la que me apropié del papel principal al cumplir los 23, desde entonces no he dejado de sentir como la nebulosa del amor ha impregnado las puertas del corazón. A veces esa neblina viene demasiado cargada de ‘’platonismo’’ y me pierdo entre la incertidumbre propia de los colores grises.

Podría ser ese escritor espontaneo, experto en la oratoria, aquel que siempre tiene algo que decir, en el momento más apropiado, con las palabras precisas, acompañadas de carisma, armonía e ingenio. Pero no, soy de esas que no acierta a articular palabra cuando alguien me gusta demasiado, de esas que se deja vencer por la timidez y la estupidez y deja pasar el tren de las oportunidades. Soy de esas que necesita plasmar los sentimientos en un papel, porque las palabras, al salir por el tracto vocal, se pierden con el viento. Soy de esas que tallan las palabras en papel, las introduzco en botellas y las cuelgo en las nubes.
 
Podría ser esa señora de setenta años, que ve como pasa la semana entre comidas rancias y desabrías, entre escobas y fregonas, entre platos sucios y pelusas, deseando que llegue el domingo para ir a misa y confesarle a su psicólogo celestial que está hasta el moño de aguantar a su viejo y apestoso marido. Pero no, soy escéptica por naturaleza, y ante el único que me confieso es ante este solitario blog que casi nadie quiere o se atreve a leer.

Podría ser un best-seller, un cuadro, un pincel y un color, un gusano de seda, un camión, una manta, un halcón, un pino o un ladrón. Podría ser Don Diego de la Vega, Cervantes o la suma de dos más dos. Podría ser La Gioconda, la Dama de Elche o un renglón torcido de Dios, incluso hasta podría ser tú. Pero no.

¿Y QUÉ? ¿Acaso importa? Si tan sólo soy un animal, mamífero, carnívoro, una persona, una mujer, una amante de la cocina, de platos inventados y cócteles edulcorados, si tan sólo soy amante eterno del amor fugaz y etéreo. Si solo llevo por sombrero una sonrisa y colgando de ella el corazón abierto, si tan solo soy Rosa sin María ni Calzado ni Naranjo, sí, así simplemente soy yo.

Podría seguir escribiendo...pero NO.