-¡No más hombres! ¡Voy a ponerme a dieta!-
La primera vez lo pensé con doce años, cuando mi padre se marcho a Barcelona, para “ampliar” la familia, con una azafata, trece años más joven que él.
- No te preocupes princesita, podrás venir a Barcelona siempre que quieras a visitarme, nos vamos a ver mucho más de lo que crees, ya verás…- Dijo.
No sé en qué coño pensó entonces, desde aquel día no lo he vuelto a ver. Sólo sé (por una prima de mi madre), que vive en una casa bastante grande, que tiene dos hijos, y que su flamante azafata cogió otro vuelo, (cinco años después de estar casados) y se largó a Londres. Allí amplió ella también la familia, liándose con un piloto irlandés, y en Londres se quedó.
Permíteme papi que te diga ahora: - JÓDETE-.
Trece años más tarde, se me pasó de nuevo la misma idea por la cabeza, cuando Sergio me dejó “plantada”, vestida de blanco satén, para “casarse” con Dios. Que no tenía mejor momento ni lugar para decidir “ponerse los hábitos”… Aun guardo en mi cabeza, aquella frase de consuelo, tan “exquisitamente sutil”. que me soltó mi suegra con este impecable tacto:
- Ay, hija mía, peor hubiera sido, si en vez de esto, te estuviera poniendo los cuernos, o fuese maricón, tú dime a mí que es peor…, Yo desde luego, siempre me lo había imaginado. Mi hijo ha sido siempre muy religioso. Na’, tú no te preocupes mujer, seguro que encuentras otro pronto, con lo bonachona y guapetona que eres, escucha que piernas y que porte tienes…vamos, que no vas a tener problemas […]-
En fin…que os voy a contar… de verdad ¿Existe algo más embarazoso?... por suerte o desgracia… yo diría…que sí.
Veinte años han pasado desde aquello. Podría decir, que llevo una vida de ensueño, que mi marido es rico y que tengo un jardín tan verde y grande, que se podría construir un campo de futbol en él. Pero no, soy una cuarentona más, ama de casa y madre de un hijo y otro que viene de camino. Se podría decir, que mi vida ha entrado en eso que llaman rutina, pero…para mi sorpresa, esa concepción de la vida cómoda y las costumbres, ha cambiado desde esta misma mañana, en la que encontré una nota de mi marido, que decía:
-“Perdóname Carol. El cáncer me ha hecho reflexionar bastante. Hace tiempo que deseaba contártelo. La verdad, es que ya va siendo hora de que piense un poco más en mí mismo, y más, teniendo en cuenta, que no me quedará mucho más tiempo de vida. Hace mucho que no soy feliz cariño, y no, tú no tienes la culpa. Eres la clase de mujer que cualquier hombre querría tener a su lado, pero cariño, necesito decirte algo que llevo guardando demasiados años, y me va quemando, y quemando más y más, más incluso que el cáncer, el hecho de no decírselo a nadie. Soy gay, […]”
Así que… ¿Qué demonios?... ¡Voy a ponerme a dieta!
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