lunes, 31 de octubre de 2011

La muerte del Hidalgo manchego

Como las cosas humanas no son eternas, van siempre en descenso desde el principio hasta llegar a su fin, especialmente las vidas de los hombres, Don Quijote no iba a llevar una baza que le diera la inmortalidad, no tenía el privilegio del cielo para detener el curso de su vida. Su final, como el de todos, estaba escrito y de forma inesperada. Porque, ya fuese por la melancolía que le causaba el verse abatido, o ya fuera por disposición del cielo que así lo deseaba, le fue propiciada una fiebre que le tuvo seis días en cama, en los cuales fue visitado en demasía por el cura, el bachiller y el barbero, sus amigos, sin alejarse ni un instante de la cabecera Sancho Panza, su fiel escudero [...]
Despertó al cabo de un tiempo, confuso y gritando:
- ¡Denme agradecimiento buenos señores! Porque ya no soy Don Quijote de La Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres diéronme  renombre de Bueno. Ya no soy enemigo de Amadis de Gaula  y de toda la infinita muchedumbre de su calaña; ya que son odiosas todas las historias profanas de la andante caballería; ya sé lo necio que he sido, conozco los peligros en los que me puse al haberlas leído. Por misericordia de Dios y por escarmiento ¡las detesto!
Cuando le oyeron decir estas palabras los allí presentes creyeron sin duda que había enloquecido de nuevo, y Sancho le dijo:
- ¿Ahora Señor Don Quijote? ¿Ahora que tenemos la buena nueva de que la señora Dulcinea está desencantada? ¿Ahora que estábamos empeñados en ser pastores, para pasar cantando la vida, como unos príncipes, quiere usted hacerse ermitaño? ¡Calle por su vida! ¡Vuelva en sí y déjese de cuentos!- Dijo riendo su amigo el pastor. A lo que el gran Don Quijote respondió débilmente:
- Aquellos que hasta ahora han influido en mi deterioro mental, los ha de volver mi muerte y con ayuda del cielo, en mi provecho, merecedores de la peor providencia serán pasto. Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda prisa, dejen de burlarse y tráiganme un cura que me confiese y un escribano que haga mi testamento, que en tales trances como éste no se ha de burlar el hombre del alma; y así suplico que mientras el sacerdote me confiesa, vayan por el escribano.
Se miraron unos a otros, sorprendidos por las palabras de Don Quijote, y, aunque dudosos, le quisieron creer. Una de las razones por las que supusieron que se moría fue el haber vuelto tan fácilmente de loco a cuerdo; porque a las ya dichas coherentes palabras, añadió otras muchas también, tan cristianas y con tanta concordancia, que no les dejó lugar a dudas de su incipiente e increíble cordura.
Hizo salir a la gente el cura, y se quedó sólo con él y le confesó.
Entró más tarde el escribano, y después de haber hecho el comienzo del testamento y aliviado su alma, Don Quijote, se preparó para el reparto de bienes de la herencia y dijo:
- Primero, es mi voluntad, que cierto dinero que posee Sancho, a quien estando loco hice mi escudero, quiero que sea poseedor de cuanto le prometí, que nadie le arrebata el capital que le prometí, no son lingotes de oro ni plata, pero bastarán para poder hacerle dueño de su propia casa. Y si como estando yo loco le prometí darle el gobierno de la ínsula, le daría ahora estando cuerdo el de un reino, se lo otorgaría porque la sencillez de su condición y fidelidad de su trato hacia mí, lo merecen. Por consiguiente le doy mi viejo caballo y mi dinero [...] Y señores, vayan olvidando poco a poco, pues las cosas ya no son como antes eran. Yo estuve loco, y ya estoy cuerdo, fui Don Quijote de La Mancha y ahora soy Alonso Quijano el Bueno [...]. En segundo lugar, quisiera otorgar toda mi herencia, sin cabida alguna a Encarna Quijano, mi sobrina, que está presente, habiendo antes cubierto y sanado todas mis deudas: la primera de ellas es pagar el salario que debo a mi criada Tiosinia, por el tiempo en que me ha servido y darle también veinte monedas para un vestido [...] Por último, suplico a los dichos testamentarios que, si la buena suerte les condujera a conocer al autor que dicen que compuso una historia que anda por ahí con el título de “La segunda parte de las hazañas de Don Quijote de La Mancha”,  pídanle de mi parte con insistencia, que perdone la ocasión que sin yo pensarlo le di para que haya escrito tantos y tan grandes disparates como en ella escribe, porque parto de esta vida con angustia por haberle inducido a escribirlas.
Finalizó con esto el testamento y desmayándose se tendió a lo largo de la cama. Todos se alborotaron y acudieron a reanimarle. Pasados tres días desde que hizo el testamento se desmayó en muchas ocasiones. Andaba la casa alborotada, pero aun así, comía la sobrina, brindaba el ama y se alegraba Sancho, que esto del heredar borra o templa en el heredero la memoria de la pena, que es normal que deje el muerto.
En fin, llegó el último día de Don Quijote, después de haber recibido todos los sacramentos y después de haber maldecido, con muchas y fervientes razones, los libros de caballería. Estaba el escribano presente mientras el hidalgo perdía la vida, y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiera muerto en su cama, tan sosegadamente y tan cristiano como Don Quijote; el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se encontraron, cedió su espíritu.
[...] Deliberó Encarna Quijano, por algún que otro dinero de aquellos días en que su idolatrado tío se dispuso, para con sus seres allegados, a partir sus posesiones, por no saber en qué gastarlos, ingrávida, permanecía en un silo magno mirando los mugrientos estantes, cuando repentinamente su atolondrado rostro cambióse al divisar un mugriento libro, cuyas pastas parenciéronle  de textura de piel de cerdo, porque permanecía bajo una plaga de andrajos. Adueñose de ella un inesperado interés por conocer el autor y las historias que daban cabida en él y apresurose en cogerlo. La joven quedó admirada cuando en la última hoja leyó:
“Como eterno personaje secundario, atormentado y preso de una locura insistente, viéronme aquellos que claváronme enardecidos una estaca en el costado, pero no me quejo ante actos profanos como ellos quisieran, indispuesto ahora me hallo para maldecirlos, mi lengua quedose sin saliva tan puerca  (aunque agradecido quedo, que a expensas de sus necias palabras devolviéronme a la vida) porque de no haberme creído Don Quijote, hubiera muerto desolado y no hubieráseme concebido la fortuna de conocer a mi más leal y fiel amigo Sancho, compañero de mis más atroces correrías. Pareciéronme días en los que la sangre ardiente y vigorosa fluía por el interior de mis entrañas, mi sesera deteriorada por pensamientos fantasiosos provocáronme para comportarme como un niño al recibir una recompensa; me sentí libre como un pajarillo que vuela a ras del mar. Sí, mi delicada y enferma cabeza fue objeto de burlas y habladurías, pero mi espíritu anduvo jovial y cobró viveza; prefiero vivir delirando y acompañado a vivir cuerdo y desagradecido y morir en soledad."
                        Alonso Quijano El Bueno

viernes, 28 de octubre de 2011

ÑoÑa


Bueno, pues por aquí ando de nuevo querido folio en blanco. Debe ser la prima lejana que viene de rojo cada cierto tiempo, que la tengo de visita y dando por culo, o que el otoño está detrás de la puerta y entre mis sábanas dándome frio y calor al mismo tiempo,  en cualquier caso me siento más ñoña que de costumbre.
Yo no sé si a ti querido lector, que te das de vez en cuando una vuelta por este humilde blog, te pasa que, cuanto más triste y más ñoño estás, más te dedicas a escuchar canciones que te sacan esa lágrima escondida, esa sonrisa tontona, de los recuerdos. Y digo yo, vamos a ver, estás triste o simplemente melancólico, pues ¡ponte algo más alegre coño!
Pero no, somos tan sumamente simples y masocas que disfrutamos de la tristeza, de la autocompasión aun siendo sentimientos y actos meramente perjudiciales, pero bueno, así somos. No digo que haya que huir de la tristeza, no, es bueno disfrutar de esos momentos, pero sin pasarse.
Me resulta muy curioso, pero alguien puede decirme ¿por qué en momentos más tristones nos apetece comida basura y CHOCOLATE?, el chocolate ummmmmmmmmmmmmm...pero qué bueno está joder. No lo entiendo muy bien, porqué meterse inflá de comer pa sentirte como un puerco al día siguiente, manda huevos... Pero bueno, como alguien me dijo una vez, nos interesa mucho más disfrutar a pleno de ese ratico, desmelenándonos  haciendo lo que realmente nos da la gana, una vez al año, engancharte a un vicio, no hace daño, aunque eso luego nos pase factura, comida basura, alcohol, tabaco, etc, para aplazar las verdaderas responsabilidades al día siguiente, porque claro ese día no estás en condiciones (procrastinación se llama eso).
Pues sí señores, que ayer estaba más ñoña que antes de ayer y hoy más que ayer. Más ñoña y más blanda que una breva. ¿No habrá por ahí un jarabe pa’ curar la ñoñería? Si es así díganme dónde puedo encontrarlo y cuánto me va a costar, que si puedo lo pago y si no lo dejo a deber.

La silenciosa


La llaman la silenciosa, la sirena cobarde. Lleva un manto de liras y una espina clavada al final de la cola, que no la deja moverse del sitio en que está sola y ausente.
Sirena que vienes de la mar y en la mar te sumerges, viendo de lejos partir un barco con secretos de orilla, con sal, ginebra y azúcar, cóctel de promoción.
Confusa y elocuente, sigues mar adentro, sola, sin mirar atrás, aunque sin dejar de pensar. Seguirás hasta llegar al fondo, esperando encontrar, al subir a la superficie, la pura y valiosa verdad. La silenciosa, la dolida, la jodida silenciosa, que calla cuando quiere gritar, que ríe cuando quiere llorar, la silenciosa, la quejicosa, la puñetera y testaruda silenciosa, hasta el fondo del mar, hasta donde llegue, sin mirar atrás, pero sin dejar de pensar.

martes, 25 de octubre de 2011

DOS HAMBURGUESAS, UNA DE PATATAS ¿Y DE REFRESCOS? BESOS CON LENGUA

Un día de esos que no te apetece mirarte al espejo, que la cola del supermercado del DIA se hace más larga que de costumbre. Un día de esos, que se te cuela el primer abuelillo de turno y lo miras con cara de mala leche, uno de esos que toda la ropa te queda demasiado ajustada y prefieres ir en chándal. Uno de esos que pasas demasiadas horas delante del ordenador aburrido de mirar el correo cada diez minutos, ¿no hay nada nuevo? Y la verdad es que no lo hay, pero tú lo esperas. Uno de esos días aburridos y raros que sacan lo peor de ti, tu lado más vago y menos transcendental, uno de esos en los que eres más tú que tú misma. Un día de Sabina, Ismael Serrano, La Fuga, Fito y Alejandro Sanz. Uno de esos en el que el día se hace eterno la noche eterna y conciliar el sueño supone un reto. Uno de esos en que te miras al espejo y te ves más arrugas, michelones, manchas y más años que cualquier otro. Uno de esos, en los que ves a una pareja en el Burguer King de la esquina y envidias como se miran el uno al otro, uno de esos que no quieres que nadie te mire pero que no te suelte. Uno de esos días en que la ración de caricias solo se puede pedir por encargo y el pedido llega tarde y frio. Un día en que tu propio nombre suena raro cuando te llaman, que la higiene supone tanto esfuerzo como subir a una montaña y poner una bandera. Un día de esos que no te apetece hablar  pero a gritos pides un puñao de mimos. Un día de regla, de resaca, un día de mierda, un día en que lo único que te apetece son un par de hamburguesas repletas de salsas de kétchup, mayonesa y mostaza, con una ración de patatas deluxe o alargás y de refresco una buena jarra de besos con lengua.

domingo, 23 de octubre de 2011

El comandante de la Guardia Suiza...(Concurso Getafe Negro)


Hundido

El comandante de la Guardia Suiza nunca llegó a cruzar el umbral de la puerta, un balazo silencioso le atravesó el cráneo dejando los sesos adheridos al gran ventanal de su despacho. Herido en la pierna derecha, y con restos de sangre del comandante suizo, el detective Gillou Lemoine  tomó un taxi con dirección al Aeroporto di Fiumicino.

No era la primera vez que su placa se llenaba de sangre, pero esta vez sería totalmente diferente. Veinticinco minutos y todo habría terminado.

Entró al baño de señoras del aeropuerto sigilosamente,  por fin le había encontrado.

- ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué tú? Nunca imaginé que el espía que llevo tantos años buscando y ahora debo eliminar, fueras tú.

- Lo siento papá, lo siento, lo siento- Decía llorando y con extraño acento italiano mientras la sangre fluía del pecho y teñía su camisa.

- Yo también. Je t'aime  ma petite.

Confianza ciega

-El comandante de la Guardia Suiza nunca llegó a cruzar el umbral, señor, actuamos a tiempo, todo está controlado- Dijo Kamil, con postura erguida y la vista al frente. Su ceñido uniforme acentuaba el tamaño de sus pechos y  su esbelta figura.

- Está bien. He recibido el comunicado desde la Embajada Suiza. El Pontífice está a salvo. Ocupe su puesto teniente- Le contestó a escasos centímetros de su boca y sin apartar la mirada de su escote.

Kamil acató las órdenes del general Hunter y sin conceder importancia a las miradas descaradas de éste salió del despacho.

 Nada importaba, una gran misión estaba por llegar.

- Sin sombra de sospecha. El Papa estará en la Piazza di Spagna a las cuatro y media de esta tarde. Prepárense para accionar la bomba- Dijo Kamil en alemán al descolgar el teléfono.

- Suiza siempre le estará agradecida por su lealtad, Kamil.

¡Maldición!

El comandante de la Guardia Suiza nunca llegó a cruzar el umbral, los polvos Phungu y la inyección de sanguijuela asesina habían resultado efectivos. Volker  contaba a partir de ahora con treinta y cinco escasos minutos para entrar al Archivum Secretum Vaticanum y concluir la misión.

Cuarenta y dos pasos para llegar a la estantería donde se encontraban las actas del proceso contra el científico Galileo Galilei.

Tantos años intentando acceder a estos documentos, tantas noches sin dormir, no creía que llegaría tan lejos para lograrlo. Y ahí estaban, a tan solo veinte centímetros de sus narices. Con sumo cuidado pudo sentir el tacto y el olor a papel viejo. Justo en el preciso instante en que fue a abrir los documentos para leer la primera hoja, perdió la visión. Todo se hizo borroso, su respiración más rápida, aumento de presión sanguínea...

- ¡Maldición! ¡Me he vuelto a quedar dormido!

La espada de la fe

El comandante de la Guardia Suiza nunca llegó a cruzar el umbral, al mirar sus piernas fue consciente de que jamás volvería a andar. La sangre fluía con demasiada fuerza, pero no sentía ningún dolor, no sentía nada, solo lástima y compasión al mirarla. En cambio Xiao Chen (bautizada como Husaam Udin por el islam) la terrorista China más buscada a nivel mundial,  emitía gritos incomprensibles de  rabia y frustración mientras le miraba a los ojos. Por más que tiraba y tiraba de la anilla no conseguía accionar la bomba que llevaba anudada a su chaleco.

In nomine Patris Et Filii Et Spiritus Sancti
El comandante de la Guardia Suiza nunca llegó a cruzar el umbral de los aposentos, a dos palmos del suelo estaba la nota. El Cardenal Agustino yacía en la alfombra del pasillo con un disparo de nueve milímetros en la sien. Podía  percibir, a distancia del cuerpo, el olor a plomo y a sangre. Con mucho cuidado se acercó a la escena del crimen, no quería contaminar las pruebas con sus huellas. Se colocó los guantes y sacó unas pinzas de su bolsillo derecho del pantalón. Abrió la nota manchada de sangre y asombrado leyó su contenido:
- Le avisé, sus esfuerzos por desvelar el mayor secreto de la iglesia católica serían en vano. Demasiado tarde Su Eminencia, el secreto quedará sellado en el olvido con su muerte. Despídase de su Dios, será el único que pueda ampararle. In nomine Patris, et Filii, Et Spiritus Sancti. Amen.

¿Sólo o con leche?

El comandante de la Guardia Suiza nunca llegó a cruzar el umbral.
Horas antes...
-Señor comandante, ¿Cómo desea el café? ¿Sólo o con leche?-dijo Estrella servilmente.
-Como siempre, lo tomaré sólo, gracias.- Señor, supongo que Fredreric le habrá comentado sobre la visita que recibimos hoy. Si no es indiscreción, señor, ¿quién era? Su rostro me resultó familiar- Preguntaba mientras le servía el café.
- No me dijo nada. ¿Cómo era? ¿Qué quería?
- Era un señor mayor, no recuerdo su nombre, era italiano. Estuvo tomando té y hablando con Fredreric.
- Que raro. Hace un momento estaba con él. Iré a...-
-¿Señor? ¿Está usted bien? ¡Señor! ¿Qué le ocurre? ¡Socorro!
- Muy bien Estrella. Ahora todos sabrán que has sido tú. ¡Brillante!- Dijo repentinamente Fredreric riendo desde la puerta.
- Señor, ¿qué dice? ¡Yo no he hecho nada!
- Por supuesto que sí, querida, le has servido el café.

Ciegos
El comandante de la Guardia Suiza nunca llegó a cruzar el umbral, al menos nunca fue consciente. Los cristales, hechos añicos, se le clavaron en los ojos dejándole totalmente ciego. El museo está tan sumamente protegido e insonorizado, que su rugido no hizo ni el menor eco en la sala. Torpe y dolorido, activó la alarma. En cuestión de siete minutos y medio aparecieron los  soldados.
-¿Cómo era? Descríbamelo-
-Ya le he dicho que no lo vi, detective. Al disparar, los cristales se me clavaron y no pude ver nada.- Está bien. Llévenle al hospital. ¿Señorita? ¿Dónde están las cámaras de seguridad?
Después de que el detective Chalmer le tomara declaración, el comandante fue llevado rápidamente al Complesso Ospedaliero San Giovanni Addolorata. En la ambulancia, malherido y aquejado mantenía la mano derecha en su bolsillo, los diamantes y la sortija eran demasiado valiosos como para perderlos ahora.


miércoles, 19 de octubre de 2011

AsíOasao




Me cuesta, reconozco que me cuesta mucho más escribir sobre lo que pienso o siento, mucho más que inventar un cuento o una historia. Reconozco que no soy ni la más leída  ni la más inteligente ni siquiera la más importante. Reconozco que soy normal hasta incluso mediocre, soy yo, solamente soy yo. ¿Pero quién coño soy? ¿A dónde voy? o mejor dicho ¿A dónde narices quiero ir? Llevo tantos años escuchando:

 "tienes que ser mejor que el vecino, pero sin que se note demasiado...tienes que hacer aquello, no vayan a pensar..."

"¡Vamos hombre! a estas alturas y ¿no sabes qué hacer con tu vida? ¡Madura ya hostias!"

"No crees que deberías perder unos kilos...estarías mejor...no si no te lo digo por nada...¿¿eh??"

"¿Has visto a la hija de la vecina? Ahí está todo el día estudiando, o trabajando o siendo simplemente mejor que tú"

"Arréglate un poquito...eres una mujercica...¿Tú no ves que así nadie se va a fijar en ti?  Venga cámbiate, ponte pantalón y corbata...que vamos de boda. ¿No te maquillas un poquito?"

"Uy, ¿Si? ¿eso te ha dicho el médico? Pues no veas como estoy yo...yo estoy PEOR...Uy, ¿si? ¿eso te han dicho? que suerte tienes...pues a mí me han dicho que soy MEJOR"

"Nada, tanto tienes...tanto vales, eso es así"

"¡Pues trabaja, coño! Veras como así no te quejas tanto...pues sí hombre...tanto pedir y pedir dinero en la calle...¡¡trabaja!!

"Tanto pensar y tanto pensar...sí sí...muy bien...pero de pensar no se come...tanto idealismo absurdo...si estuviera aquí franco...verás tú como había menos tonterias...pues sí hombre"

"¿Cómo? ¿Que te gusta quien? no no, ése es demasiado para ti, no no...ése es tan poca cosa para ti..."

"Claro, es una injusticia, fíjate cuando parado hay...la verdad es que las cosas están fatal, ¿eh? Yo desde luego no sé qué voy a hacer, tengo que pagar el seguro del coche, de la casa, del avión, del barco....Perdone, ¿nos pone otra ronda? Pero traiga tambien unas raciones de almejas y chipirones...Na lo que te iba diciendo, que no tenemos un duro"

"Oye, fíjate, cuanto han subido los precios, ¿eh? ahora el agua mineral cuesta tres céntimos más que antes, tú fijate, ahora pues tenemos que comprar las de la marca  DIA, que oye no es que sea peor, pero ya sabes. ¿Sabes lo que más me gusta cuando llego a casa? El baño que me doy de dos horas, con todos los jaboncitos, mientras el chorro de agua caliente me cae en la cabeza, que sensación más buena."

"Oye, ¿te has fijado en el novio de la vecina, que es sobrino del primo de la suegra de la tía de la prima de la amiga del abuelo de mi amiga la del pueblo que está al lao de aquí? Pues  y que ha dejao preñá a la prima de la vecina de la amiga de la abuela de la tía del cuñao del primo de tu suegra. Pues no sabía nada, el caso es que me lo dijo mi hija que coincidió con ella en el hospital, en maternidad. Claro, es que tu hija también está en estado, ¿No? Sí, resulta que su novio estaba antes con otra, pero na y que no la quería y se hizo con mi hija, cosas que pasan..."

"¿A como están las naranjas? Nada no son buenas, las mejores las de españa, éstas que vienen ahora, sepa dios si vienen de ecuador o vete tú a saber"

"Oye, no le eches tanta sal a la comida, que es malísima, ¡ah! mete antes de que se me olvide, las pizzas al congelador".

Este tipo de ironías que pasan, me despeinan, me dejan...sin palabras, muda (por no decir algo más fuerte). ¿Qué es realmente importante? ¿Qué merece la pena y qué no? ¿Cuántos espacios hay que dejar entre las líneas para que sea un texto congruente, convincente, estructurado y apropiado? ¿A quién coño le importa? Hoy me cago en el mundo por estar atada a una silla, por tener una cadena que me impide coger una mochila y desaparecer unos días, años, meses, vidas. Hoy me gustaría subir a un monte y gritar, llorar, reír, correr. Hoy me gustaría correr desnuda por el campo, sin ropa, sin leyes, sin miedo. Hoy me gustaría ser yo, sin sombras, sin complejos, sin expectativas, sin mirarme al espejo. Hoy me gustaria escuchar la misma canción una y otra vez sin que resultara obsesivo. Hoy me gustaria tomarme una copa y drogarme contigo, y dormir contigo y pasear contigo y reírme contigo, contigo siempre Libertad, allá donde estés, donde sepa dios estés. Hoy me gustaría dejar de preguntarme todos los porqué y dejar de darle tanta importancia a las preguntas que no lo tienen. Hoy me gustaria dejar de ser...

Tienes tienes tienes tienes tienes no tienes eres  eres eres piensas piensa  igual diferente maduro verde pelao mondao guante aguante joven viejo pienso ¿existes? hueles mueles eres eres eres eres no eres no eres vales papel pluma tijera no vales gilipollas absurdo pedante piedra pedazo de pan de mierda tuyo mio malo bueno blanco negro sí no no sí se no se ma me mi mo mu mierda joder casa piel merluzo matilde menudo chalao bacalao sin ton ni son... Así O Asao.

No pudo evitar mirar de reojo...(MICRORRELATOS EN CADENA)



Premonición

No pudo evitar mirar de reojo la puerta del apartamento. Dos cuerpos entrelazados, una botella de vino rota y un papel absorbiendo la sangre del suelo.
-¿Qué pasa? ¿Qué ves? ¿Qué ha pasado? ¡Dime! ¡No te quedes callada! ¿Qué pasa?
- ¡Son ellos! No puedo creerlo, no puedo creerlo.
- Déjame ver. ¡Llama a una ambulancia! ¡Rápido! ¡Ella aún respira!
-¿Oiga? ¡Esto es una emergencia! ¡Vengan al número 22 de la calle Generalísimo! ¡Dense prisa!
- Se lo he dicho muchas veces pero nunca hace caso, las personas no cambian.
- Aguanta por favor, aguanta. Tranquila, ya vienen. Respira. Si hubiéramos llegado antes...
Ecolalia
No pudo evitar mirar de reojo la puerta del apartamento mientras yo le explicaba las tablas de multiplicar.
-Vamos Carlitos, venga. Mira aquí, mira aquí. Lo estás haciendo muy bien. Vamos a intentarlo otra vez, ¿vale? Venga. ¿Uno por uno?
- Uno por uno, uno por uno, uno por uno, uno por uno...

Calcinada
No pudo evitar mirar de reojo la puerta del apartamento imaginando que ella estaba esperándole impaciente, como siempre.  Después de tanto tiempo, aun podía percibir ese olor tan peculiar que le desveló.
- Cariño, mañana tenemos que pagar la fianza del piso. Estoy tan ilusionada, ¡viviremos juntos! ¡Solos por fin! ¿Eres feliz?
- Soy increíblemente feliz cielo. No fumes tanto mi vida y no te acuestes muy tarde, que te conozco- Le dijo besándole dulcemente en los labios –Te quiero cariño, te espero en la cama-
A altas horas de la madrugada los bomberos intentaban apagar las llamas.  Poco se podía hacer ya.

Ironías
No pudo evitar mirar de reojo la puerta del apartamento mientras él le pasaba los tres gramos y medio de caballo. Desconfiada, se acercó a la puerta asegurándose de que ningún vecino se percatara de lo que estaba ocurriendo.
- Ciento noventa y tres euros señora. Aquí tiene.
- Gracias. Por favor, váyase por aquella esquina si no le importa, no quiero que nadie le vea. Gracias
- Claro señora. Recuérdele a su hijo que me debe los setenta y siete euros del chocolate.

Esperando...
No pudo evitar mirar de reojo la puerta del apartamento esperando que una mano milagrosa llamara a la puerta.
Al quitarle el seguro, tan solo pudo escuchar un débil gemido y observó cómo sus ojos se cerraban esperando el momento.
- Tengo curiosidad, dime, ¿en qué estas pensando?
- En lo doloroso que puede llegar a ser.
- ¿El disparo?
- No, la traición.ición.

jueves, 13 de octubre de 2011

Son las doce horas, un minuto y quince segundos... (microrrelatos en cadena)

00:01:15

Son las doce horas, un minuto y quince segundos, justo el preciso instante en que me toca recoger los platos rotos, limpiar los restos de sopa fría de mi falda nueva, y decir a modo de indiferencia la misma frase de cada noche:
  –no pasa nada Jaime, ya lo recojo yo, es normal. Debería haber supuesto que llegarías tarde. No volverá a pasar.
Mientras oigo sus perdóname, me limpia con sumo cuidado la sangre que sale de una nueva herida, me pone hielo en el ojo y me besa la mano, dándome las gracias por ser tan comprensiva.

De reojo

Son las doce horas, un minuto y quince segundos. Ya se acerca la hora del baño, el momento en que más disfruto. Mientras me sujeta con cuidado y enjabona mis partes íntimas no puedo evitar ruborizarme, a pesar de mis setenta y dos años. Pero ella no, su profesionalidad no deja entrever ningún tipo de escrúpulo. Justo en el momento en que pasa la esponja por mi espalda y el sudor de su cuello se mezcla con la espuma su escote se insinúa y me enfrento de nuevo al mismo dilema: ¿Los abro o los cierro? Entretanto decido, me limito a mirar por el rabillo del ojo.

No vayas

-Son las doce horas, un minuto y quince segundos, Carlos. Termínate los cereales, lávate los dientes y a la cama, que si no mañana te cuesta mucho madrugar- Me decías cada noche, con un tonillo exigente pero cariñoso.
Dulces recuerdos, que se mezclan ahora con el olor a pólvora y con  el sabor incipiente de sangre  en mi boca. En plena trinchera, con un agujero de 8mm en el estómago y con la mano en el pecho,  contengo el aliento, cierro los ojos y saboreo mi tazón de leche con cereales mientras tú, mamá, me pides de nuevo que no me vaya.

Tarde

Son las doce horas, un minuto y quince segundos  y  el abogado ya está aquí.  Elisa llegará tarde, como siempre. 
Tarde fuimos conscientes, de que lo nuestro no iba a ninguna parte, ¿cómo no nos dimos cuenta antes? Tarde para saber, que alimentar tres bocas más  con un solo sueldo, no era la solución, sino un mero agravante.
Veinticuatro años han pasado, entre gritos de madrugada y ronquidos, entre frases matutinas sordas y extrañas muecas de poca hambre al mediodía. Sesenta y cinco años son demasiados para empezar de nuevo, y tú con cincuenta y tres lo tienes todo, y aún así, como siempre, llegarás tarde.

R.I.P

Son las doce horas, un minuto y quince segundos. Aún no he llorado y no lo entiendo. ¿Serán los sedantes? ¿Seré fría? Lo mismo carezco ya de sentimientos.
Cuanta gente ha venido, a la mayoría ni les conozco, ¿qué les habrá traído aquí? Tal vez el morbo de ver como una madre pierde a su hija de once años.
Las flores no quedan bien ahí…Ahora sí.
Voy a levantarme un rato.
Fíjate, lleva su vestido de comunión, es tan menuda…que aún le queda bien. Mi princesita. ¿Qué será de ti ahora, mi niña? Te miro, te huelo,  y sigo sin poder llorar.

Los Reyes.

Son las doce horas, un minuto y quince segundos.  Faltan exactamente ocho horas, cincuenta y ocho minutos y cuarenta y cinco segundos. Ya puedo oler el chocolate caliente con churros  del desayuno. El corretear de los niños por el pasillo y sus risas, repiquetean entre la neblina de mis sueños a modo de banda sonora.
- Duerme tranquilo Arturo, esta noche en concreto te la pasas siempre en vela, y no entiendo muy bien el porqué-  Me dice Marga, cada cinco de enero, antes de irnos a la cama. No sé cómo explicarle, que es el único día en que ambos somos los reyes.

La hora golfa.

Son las doce horas, un minuto y quince segundos. La película acaba de empezar.
-¿Vas a bajar a por palomitas?- Me pregunta ella a modo de indirecta directa.
-Claro, ¿Qué tamaño prefieres?- Le pregunto.
-El grande- Contesta ella.
-No entiendo, por qué siempre se te ocurre idea de bajar a por palomitas (que baje yo, claro) justo cuando apagan las luces y empiezan a salir los créditos. No lo entiendo. Le digo indignado.
- Mire señor, yo vengo aquí cada miércoles para hacerle el “trabajito”, me paga y me voy. Déjese de monsergas, siéntese y desabróchese el pantalón-

El Manta

Son las doce horas, un minuto y quince segundos. Hace demasiado frio. La luna no se divisa bien entre la espesura de la niebla. ¿Cómo estarán los niños? Supongo que tan bien como siempre, en la calle jugando. ¿Y tú preciosa mía? Imagino que tan ocupada como siempre, con tu trabajo en la fábrica y con los pequeños. Estoy deseando poder ir a veros.  Yo, duermo en el mismo colchón de alquitrán, pero no te preocupes mi amor, cuando pienso en ti se me quita el frio, el hambre y el sueño. Pronto tendré los papeles cariño, pronto seré uno más, ya falta poco.

Negligente

-Son las doce horas, un minuto y quince segundos. Hora de la muerte del paciente 618. ¿Puede comunicárselo a la familia?-
- Claro, doctor.
- Otra muerte, maldita sea. Treinta y cuatro años como cirujano no son suficientes. Nunca son suficientes para operar a corazón abierto. ¿Qué es lo que falla?
- Doctor, tenemos que hablar. Aquí están las pruebas de alergia a la anestesia de los pacientes. Será mejor, que se busque un abogado.

Prácticas de anatomía.

-Son las doce horas, un minuto y quince segundos. Esta práctica supone el cincuenta por ciento de la nota. Pueden comenzar-
Era mi primera práctica de medicina y también sería la última. Los cuerpos estaban blancos, totalmente rígidos y frescos. Julio, cogió la mano de un cuerpo y se la puso en la cabeza a modo de sombrero. El profesor le echó de clase.
Era el momento. Un señor mayor. Había que darle la vuelta para hacer la disección. Catorce años han pasado, y  aun me da nauseas. No sabía que mi abuelo había donado su cuerpo a la ciencia.

A partes iguales

Son las doce horas, un minuto y quince segundos. La iglesia está preciosa, mejor de lo que imaginaba, Evaristo se ha lucido esta vez con la decoración. Todos han venido, quinientos invitados, como acordamos. A la derecha tu familia y amigos, a la izquierda los míos. Todos han venido, Jorge, todos menos tú. Ahora tenemos que repartir a partes iguales los trozos de corazón que se han quedado esparcidos por el altar. Por supuesto tú te quedaras con la mayor parte, y yo tan sólo me quedaré con la esperanza de que vuelvas.




ETERNO


-Son las doce horas, un minuto y quince segundos, como acordamos. ¿Estás preparada?
- Estoy preparada cariño.
- Sabes que no habrá marcha atrás.
- Lo sé.
- Sabes que te amo, que eres el amor de mi vida.
- Lo sé mi amor- Dijo entre lágrimas.
- No te preocupes cielo, sabíamos  que este momento tenía que llegar antes o después, lo hemos hablado muchas veces. Nuestro amor será eterno, mi vida…
-Doctor, alguien debería ir a la habitación 202, creo que Luisa  ha dejado de tomar sus medicinas de nuevo. Está llorando y hablando sola frente al espejo.




¡Corre!


-¡Son las doce horas, un minuto y quince segundos! ¡Corre! ¡Llegaremos tarde!-
- ¡Pero…espera!  ¡No vayas tan rápido!
- ¡Vamos! ¡Que no llegamos!- dijo llorando y alterado.
- Tantas prisas, tantas prisas… No sé para qué, si para cuando lleguemos ya la habrán enterrado.o, ¿qué sentido tiene ir tan rápido? Total, ir pa’ na’ es tontería...

lo que sea y lo que venga




Te entiendo tanto
porque me entiendo
te respeto
porque me respetas
y te miento
por nuestras verdades a medias.
Te siento
y siento no poder sentir
callo
y cuando callo
enmudeces
y eso es difícil
y me hace sonreir
la escena en la que solo quedan miradas.
No habrá orgasmo fingido
ni encuentro en NY
ni siquiera compartiremos mesa presentando a
nuestros respectivos.
 Quedará
 y permanece,
 lo que sea y lo que venga
 con promesa y sin promesa.
Como el agua de la fuente de piedra
en ese sueño
ese que vendrá después
que hará que actué
en cuanto me despierte.
Tu serás tú
con tilde
y gritarás
estés donde estés
te pille donde te pille
y te sentirás libre y librada
y
querrás más.
Es un placer.
También esto
es viaje
y nosotros
viajeros en el mismo vagón
desde antesdeayer.
Compartimos el botijo
el queso
y los pasados.
Ambos tenemos mascotas
dos cangrejos pequeñitos
con el mismo nombre
y la cuerdecita
con la que los llevamos
es del mismo color
el tuyo tiene bozal
el mio suele ir suelto
y a veces se estrella.



                      Escrito por Alfonso.

domingo, 9 de octubre de 2011

¡ABERRANTE!




Su mirada se perdía entre las juntas de las baldosas renegridas y pegajosas del suelo granaino. Su mente, a medio paso del absentismo ignominioso, se trasladaba a esa barca que llevaba África tatuada en la popa, y España, con a sabor a libertad en la proa. Podía oler,  a escasos metros del cajero automático, las olas del océano Atlántico.

Podía sentir esa sensación de miedo e ilusión por lo desconocido, ese sentimiento optimista recorriendo cada poro de su piel. Todos los sueños rotos, sucias mentiras, papeles que no llegan, oportunidades que se desvanecen entre la venta ambulante de relojes y pulseras barato-paisa y el precio que pone a su cuerpo a altas horas de la madrugada. Un sonido que le resulta familiar le devuelve a la realidad, la devolución del  ticket de operación del cajero Caja Granada, unos 70 euros que llevan incluido la mamada y la penetración anal. Un señor que ronda los sesenta y dos, pide el taxi que los llevará a ambos a un callejón sin salida.

    - Sube y cierra la puerta- Te dice, sin ningún tipo de escrúpulo. El taxista hace caso omiso a la voz interior que le está gritando al señor mayor: “déjele en paz, maldito cabrón de mierda, y dele por culo a su puta madre”. Pero él tan solo se limita a cumplir con su trabajo, como cada día y cada noche, sin mirar quién, sin mirar dónde.

Negrito que vienes a España, te vas en ese coche, perdiendo la poca dignidad que te queda, por unos cuantos euros, euros que se convertirán en lágrimas amargas en tu boca, y en manchas permanentes en tu grandioso corazón.

Anoche sentí un vacío enorme al ver a un chico africano, que sería más joven que yo, esperando que un señor mayor sacara el dinero que le pagaría por prostituirse una vez más. Yo, una hora antes de encontrarme tan cerca con la realidad, estaba bailando en un pub de Granada y observaba cómo la gente se prepara, entre copa y copa, para averiguar cuál va a ser la presa a la que le va a “meter cuello” esta noche. Veía dos tipos de chicas, las que saben que pueden tener a cualquiera y van con la cabeza alta, presumiendo de piernas, de pecho, de rostro, pisando con indiferencia, las babas que cuatro chavales van soltando al verlas pasar; también destacaban las que necesitan tres kilos de maquillaje y cuatro o cinco copas de más, para verse un poco más atractivas en el espejo del bar, y mostrar sus encantos a cuatro gilipollas de turno, que no las saben valorar. También me fijé en los hombres, dos tipos: El típico galán que destaca en todo el bar, que no se come un rosca porque ninguna chica se le acerca por miedo al rechazo, y además porque es demasiado exigente, así que se pasa la mayor parte de la noche manteniendo una conversación insulsa con sus cuatro amiguetes;  y luego el resto de chicos, que con dos copas de más, y una gran presión en la bragueta, buscan indiferentes alguna fémina que calme y cure tal hinchazón que se esconde tras el pantalón.

Yo me fijaba en este tipo de cosas, mientras me bebía una budweiser. Creo que no había en todo el bar una persona peor vestida y combinada que yo, pero estaba a gusto conmigo misma. Nunca me han gustado las discotecas y menos ese ambiente de cacería y superficialidad que se respira entre el olor a sudor y perfume.

Lo tenemos TODO.

Las cuatro de la mañana, las luces del pub se hacen más brillantes, es hora de irse. Ya no tenemos más ganas de seguir de fiesta, es el momento de volver a casa. Yo me quejo del frio. Hace viento y llevo sandalias, unos pantalones  palestinos de setecientos colores, que dejan traspasar el aire, y una camiseta muy fina blanca. Menos mal que estás tú, cariño, que me abrazas y me das calor. Hablamos de cosas que a estas horas ya no tienen sentido, pero que hacen el recorrido de 45 minutos más entretenido. Pienso en las ganas que tengo de llegar pa meterme en la cama y arroparme. Y en que mañana es domingo y no tendremos que madrugar. Seguramente  debatiremos a quien le toca hacer la comida. Después nos comeremos un dulcecillo (sabes que me encantan) y veremos alguna peli a medias, nos quedaremos dormidos en menos que canta un gallo.

 Y entonces llegamos a ese punto, ese instante en que te he visto a ti, desconocido africano. Ese instante en que me has quitado el frio, el hambre y el sueño. Ese instante, que me has sacado de la puta burbuja en que vivo y la casualidad al verte, me ha devuelto de una hostia a la realidad. Ese instante en que me ha importado una mierda los defectos que tengo. Ese instante en que me he dado cuenta de lo afortunada que soy, por ser quien soy, por haber nacido en el lugar apropiado. Ese instante en que he odiado con toda mi alma ese papel de color que llaman dinero, todopoderoso más que Dios y su religión. Y me han dado ganas de cagarme en la ley,  coger un puñal y clavárselo en los huevos, al grandísimo hijo de puta que se aprovecha de ti y de tu necesidad desesperada cada noche, lo siento, de corazón lo siento con ardor, no poder hacer nada por ti y limitarme como aquel taxista a seguir mi camino. Como un estigma se clavó tu mirada en mi corazón, robándome el sueño, escribiendo estas palabras que se esfumarán en el mismo momento en que las deje talladas en el folio en blanco.

Aberrante, asqueroso, injusto. Puto dinero. Mierda de vida.