La llaman la silenciosa, la
sirena cobarde. Lleva un manto de liras y una espina clavada al final de la
cola, que no la deja moverse del sitio en que está sola y ausente.
Sirena que vienes de la mar y
en la mar te sumerges, viendo de lejos partir un barco con secretos de orilla,
con sal, ginebra y azúcar, cóctel de promoción.
Confusa y elocuente, sigues
mar adentro, sola, sin mirar atrás, aunque sin dejar de pensar. Seguirás hasta
llegar al fondo, esperando encontrar, al subir a la superficie, la pura y valiosa
verdad. La silenciosa, la dolida, la jodida silenciosa, que calla cuando quiere
gritar, que ríe cuando quiere llorar, la silenciosa, la quejicosa, la puñetera
y testaruda silenciosa, hasta el fondo del mar, hasta donde llegue, sin mirar
atrás, pero sin dejar de pensar.
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