“Los alaridos, a veces susurros disfrazados por la
tormenta, a veces eco de los aullidos del propio demonio gobernados por la
fuerza insolente del viento; aprovechávanse de las fisuras del techo o las ventanas
entornadas o las rendijas del suelo, apuñalando el silencio de la noche logran
manipular mis sueños, amenazando mi escasa cordura. Siempre las mismas voces,
siempre la misma frase: -Ya viene, ayúdeme. Ya viene-. Y de pronto, así sin más... ”
¡Oh, no! ¡Las ocho y media! ¡Llegaré tarde! ¡Pero dónde
están las malditas llaves! ¡Uf! Por fin, aquí están.
-Y bien, ¿qué ha pasado hoy? ¿ha sido la caldera? ¿se ha
muerto el gato? ¿el ascensor tal vez? Porque desde tu casa hasta aquí no me
digas que también se producen atascos, eso no cuela. Di, ¿qué ha sido esta vez
para llegues como casi de costumbre quince minutos tarde? Te la estás jugando
Baraibar, te la estás jugando, sigue así y no tendrás que tomarte la molestia
de llegar a tiempo a tu trabajo porque ¡No lo tendrás! ¡Has oido bien! Espero
que sí, la próxima vez te mando a la calle en menos que canta un mirlo-
- Claro Domingo, no volverá a ocurrir, me quedé hasta
tarde tra…-
-No me interesa lo que estuvieras haciendo, ni cómo ni
con quién. Me interesan los euros que te voy a descontar de tu sueldo por cada
minuto que llegas tarde, los voy apuntando en esta libretita, ¿lo ves? ¿lo ves?
Bien. ¡Qué haces aquí aún! Asintiendo a
todo como un tonto. ¡A trabajar!-
- Ahora mismo. Siento el retraso, no volverá a ocurrir (Será
posible, pero si solo he llegado dos minutos tarde. Cretino, pijo escuálido,
¿quién se ha creido qué es? Si no fuera por su padre…).
- ¿Qué pasa, Emilio? ¿Qué te ha dicho el idiota ese otra
vez?
- Nada Sara, no te preocupes, es un lameculos y un
enchufado. No me preocupa en absoluto lo que diga o piense, sé que no me puede
echar por un par de veces que he llegado dos minutos tarde. Lo que dice, por un
oido entra y por otro sale. No merece la pena.
- Es un imbécil. Oye ¿cómo vas con tu trabajo? Me tienes
intrigada, te niegas siempre a decirme de qué trata esa novela misteriosa que te
tiene tan ocupado siempre. Anda, venga, dime de qué trata.
-Ya te lo he dicho muchas veces, preciosa. ¿Hay trato o
no?
-Venga Emilio, ¿no te cansas de escuchar “No”?
- Yo me pregunto lo mismo.
- Está bien, cenaré contigo. Pero una cena, nada más.
- Claro, una cena. ¿Te viene bien el jueves? Si quieres
te recojo y vamos juntos a…-
-No, no te preocupes, dime el sitio y allí nos vemos.
- Pues entonces mañana en el trabajo concretamos el
sitio, ¿vale?
-Me parece bien. Bueno, vamos al lío. Aquí tienes los
informes que me pediste, espero que te valgan para escribir la columna de esta
semana. Hasta luego.
- Hasta luego, Sara (¡Por fin! Ha aceptado y ese guiño
raro con el ojo izquierdo me dice que aunque ha rechazado varias veces mi
proposición lo estaba deseando. Espero que luego la historia no le defraude.
Sara. Si solo su nombre me hace delirar) Gracias.
Una
noche, espero que sea suficiente. No, no puedo ser tan necio como para pensar
que por pasar un rato conmigo le dejará. Qué tontería. ¡Pero cenará conmigo! No
he estado antes en ese restaurante, espero que realmente sea tan bueno. Es la
hora.
- ¡Huy! Llego un pelín tarde, me costó encontrar el
restaurante. Lo siento. -
- No pasa nada, Sara. No llevo mucho esperando.-
- ¡Vaya! Este sitio es precioso, es tan acogedor. Es tan
romántico. Aquí traes a tus ligues, ¿Eh? -
- (Claro, cada noche vengo con una distinta, si tu
supieras…) Estás preciosa.-
- (Que atractivo está esta noche. No, tal vez sea el
encanto del restaurante. Le brillan tanto los ojos…) Gracias, tú siempre tan
halagador -
- (Que sonrisa tan bonita. Esta noche está más bella que
nunca. Agradezco que el ambiente del restaurante no sea traslúcido y las velas
nos recojan en esta mesa tan pequeña, hecha solo para dos. Si hubiera más luz
notaría como mis ojos gritan de deseo) ¿Te apetece vino para beber? Blanco, por
ejemplo.
- Me parece bien.
- Buenas noches, ¿que van a tomar?
- Para beber un Chardonnay blanco. ¿Qué nos aconseja para
comer? Por lo que vi en la página web en este restaurante no hay carta, así que
confiaremos en su recomendación.
- Así es caballero. Les recomiendo que se dejen embrujar
por nuestro menú degustación de hoy.
- Por el nombre del restaurante, y bueno, la decoración,
yo diría que se sirve comida oriental. Nunca la he probado antes, no sé si me
gustará.-
- (A juzgar por esa sonrisa pícara y tu arquear de cejas,
creo que sí te gustará. Es fascinante, el restaurante emana una fuerza
magnética extraña, porque noto como coqueteas conmigo sirviéndote de miradas
que dicen tanto sin decir nada) Bueno, siempre hay una primera vez para todo,
esta vez será para los dos. Este restaurante es una tienda de antigüedades
durante el día, de hecho, se convirtió en restaurante después, de hecho solo se
sirven cenas. Creo, incluso, que si un objeto de la decoración te gusta lo
puedes comprar ahora.
- (Me gustaría saber en que piensas cuando no me miras y
me esquivas, como ahora, y buscas entre los bordados del mantel, o en los
cubiertos que aún no han colocado, una forma natural de entablar una
conversación. Eres adorable.) Es mágico. Bueno, ¿cuánto tardarás en contarme de
qué trata esa novela? ¿Cuál es el ese argumento que guardas con tanto recelo?
-¡Ja, ja, ja! Estás deseando saber de qué trata. Te diré
un secreto, pero tendrás que acercarte, no quiero que nadie lo oiga-
- Está bien. ¿Así es suficiente?-
- Disculpen, aquí tienen.
- (¡Mierda! Que oportuno, casi podía besarle el cuello. Y
ese “así es suficiente” en forma de susurro me ha quitado casi el hambre. ¡Uf!
Coge aire, amigo) Gracias, muy amable. Veamos como está esto. Tiene muy buena
pinta. (Espero que no note mi nerviosismo). Vale, te contaré de qué trata, pero
para ello tendré que empezar por el principio, es una larga historia y no creo
que abarque solamente la cena, tendrás que aceptar un par de copas después.
¿Qué me dices?-
- ¡Ja, ja, ja! Que tienes mucho morro. (¡Claro que si!
¡Por supuesto que acepto!). Está bien, acepto el trato, pero solo dos copas.
Por cierto, está deliciosa la ensalada.-
- Cierto. Veo que hasta el Asiana llega Ludovico.-
- ¿Cómo dices?-
- Ludovico Einaudi, un componsitor italiano “minimalista”
como él mismo se define (y por cierto una etiqueta acorde con este restaurante). Su estilo musical,
según dicen algunos, es ambiental, para meditar y a menudo introspectiva. Y ahora que lo pienso, a este ambiente y a mi
propia historia no le puede acompañar otra banda sonora mejor. Dejémonos, pues,
llevar por estos acordes que entonan esta preciosa melodía Password de Ludovico,
cuirioso título y perfecta canción para comenzar a desvelarte uno de los
secretos mayor guardado de mi familia. Para ello tendremos que embarcarnos
hacia el verano de 1923, a alemania, en plena hiperinflacion alemana.
Dirijámonos, pues, al número 174 del periódico
alemán New Berliner Zuitung, “Das 12 UHR
blatt”, traducido como “El reloj de 12 hojas”…-.
28 Julio, 1923 Alemania. New Berliner Zuitung <<
Das 12 UHR blatt>>
“Der Dollar in Newport = 1millon mart” (El dólar
estadounidense cuesta un millón de marcos alemanes)
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