Pétalos de cristal son tus ojos, que guian, sin
ser tú testigo, a los más necesitados.
La fuerza que mana de tu inmenso corazón,
como un deseado chorro de agua fresca en el
desierto, alivia a aquellos que, como yo,
se sienten en ocasiones desorientado en el amargo
camino de la vida.
Como la musa de un viejo pintor, fuiste considerada
por aquellos que te conocieron, y como
una figurilla frágil de porcelana,
por los que equivocadamente te ignoraron,
¡Torpes e ingenuos patanes! Les maldigo por no darte
a ti la oportunidad de demostrar tu valor sin precio.
Aún así, para mí siempre fuiste y serás el faro
que me ilumina en noches de tormenta,
mi más leal patriota, mi más sincera consejera,
la voz de mi conciencia, siempre fuiste tú, mi mejor amiga.
(Diciembre del 2000)
Una carta en honor a la amistad, y a mis amigas, porque aunque las cosas cambian, los recuerdos no.
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