- Un dia menos, una tarde menos, una noche menos…- Se decía a sí misma cada día, en su
habitación de tres por dos, al tomarse su manzanilla. Coleccionaba estrellas torcidas antes de ir a dormir, o eso
nos decía.
Los miércoles nos reuníamos todos, y a
Coque y a mí nos solía narrar historias
inventadas, de monstruos, princesas, oscuros y retorcidos boticarios, mientras
papá se limitaba a mirarla y a acariciarle el pelo. Nos reíamos tanto con ella…
Era mejor así, de haber sido conscientes de que tenías esquizofrenia, todo
hubiera sido distinto. Descansa mamá, con tus princesas, tus duendes y tus torcidas estrellas.
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