Edward Chace Tolman, psicólogo conductista estadounidense, definía el comportamiento humano como una conducta propositiva, intencional y dirigida
a la obtención de una meta. Lejos de posicionarme por una u otra teoría psicológica
del aprendizaje, me he acogido a esta reseña del conductismo para intentar
encontrar la razón de por qué las personas tenemos la necesidad de superarnos a
nosotros mismos (y a los demás si cabe) cada día. Por supuesto, aún más cuando
empieza un nuevo año. El nuevo año y así el nuevo autoengaño. Porque fíjate en
lo curioso que es, año nuevo vida nueva. Desde el mismo instante en que ha
tocado la décimo segunda campanada se activa el chip de ¡CAMBIO! Así, automáticamente,
pero claro ese día no puedes, porque es año nuevo, y claro no te vas a poner a
dieta en año nuevo, no tiene sentido, pero claro, dejarlo para el día o dos días
de después tampoco lo tiene, porque joer es que a los cuatro días vienen los
reyes…y cómo no te comes un trocico de roscón y no brindas por vígesimoenésimoísimoísimoísima
vez por la prosperidad del año nuevo. Así que como siempre, lo dejamos para: “a
partir del lunes que viene, que sí, que me pongo con los propósitos pa' este
año que entra” Vaya, y te lo crees y todo, pero claro, no cuentas, con todas
las sobras que has tenido que meter en el frigorífico, la cantidad increíblemente
grande de mantecaos que has comprado, porque…no los vas a tirar…que la vida
ahora no está pa eso. Así que entre un mantecaico que te comes un día, con tu cigarrito
del café, y a ver después de la inflá de comer no te vas a ir a correr. Y así va
la cosa, que... ¡Vaya! Pero si ya está aquí el carnaval y no me he dado cuenta. Tú
fíjate, una semana que llevo con los propósitos y ahora viene el carnaval, a
ver como no te tomas unas cañitas esos días, habrá que salir…no vamos a estar
siempre encerraos. Así que te saltas tus propósitos, por supuesto que del lunes
que viene no pasa cuando me ponga con ellos otra vez. Claro, que primero tienes
que perder lo que has ganado en esos cuatro días de cañas, y entre básculas,
kilos, grados de alcohol, cigarrillos y pavo de barra, te pasas dos meses y
medio. ¡Dios! ¡Lo he conseguido!! Dos kilos menos, medio paquete de tabaco al día
(ya no es uno), cervecita sin alcohol y mucho pavo en barra, ¡toma ya! Para que
luego digan. Pero claro, ahora es Semana Santa y a ver cómo no te comes unos
rosquillicos que hace tu madre o tu abuela o la madre de la tía de tu prima,
con los buenos que están. Y encima esos días entre que viene la familia a
verte, que si tienes que hacer las comidas
y las cenas para toda la familia, nada, no te da tiempo a hacer deporte.
Pero que tranquila, ¿eh? Que dentro de dos lunes, me pongo otra vez con ellos. Pero
claro, tendré que perder ahora lo que he ganado.
Y así, con
todas la fiestas, santas o no, siempre vienen cargadas con excusas para dejar
para el “lunes” los dichosos propósitos, esos propósitos que se te ocurren en
menos de dos segundos, y que labrarlos y llevarlos a cabo te cuesta un año
entero, para realizarlos mal, tarde y nunca y volver a vivir el suplicio un año
más, porque claro, como este año no lo has conseguido, por supuestísimo que el
siguiente hasta te superas.
Amigo Tolman…la conducta será intencionada y propositiva, y
sí, la intención siempre es buena…pero…no es suficiente y… ¡joder como cuesta!
Así que, yo este año, he decidido dejar de autoengañarme,
haré las cosas cuando sea el momento adecuado, preciso o simplemente me
apetezca, porque decir por decir o hacer por hacer…no tiene mucho sentido.
Hay que luchar con ilusión por lo que uno quiere, aunque cueste muchísimo esfuerzo, pero siempre es mejor ponerse unas metas a corto plazo y realistas que sepamos que somos capaces de cumplir y no cargarnos de expectativas demasiado grandes. Es mucho más gratificante ir obteniendo una recompensa chiquitita a muy corto plazo, que además te anima a seguir luchando, que proponerse cosas a tan largo plazo que nunca sabes cuál va a ser el momento en que te fallarás a tí mism@.
Hoy,
mañana, pasado y al otro, en Semana Santa y en Navidad, o incluso en la Romería
del pueblo, yo seguiré siendo yo misma, que no es poco.
¡Feliz Año Nuevo! Sé tú
mism@ ¡Siempre! No te lo propongas, HAZLO.
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