Tus últimas palabras son las primeras que recuerdo, cada día, al despertar:
-¡Te odio!- gritaste, haciendo añicos el jarrón donde guardo con recelo la ilusión.
-¡Que no me mires! ¡Estúpido!- Gruñiste, antes de ingerir el último trago, ese sorbo que a ti te absorbió el alma y a mí la vida. Muerto contigo, y, aun así, lo firmo: Te quiero.
2 comentarios:
me recuerda a una historia personal con mi primera pareja seria...aunque, afortunadamente (creo), terminó de otra manera,
A veces el amor ciega más que el alcohol y lo peor no es la borrachera, no, lo peor es la resaca que deja. Y como el vino, cuantos más grados, peor la resaca.
Me alegro que tu historia no acabara tan mal.
Afortunadamente, yo tampoco viví semejante borrachera.
Gracias por tu visita Ignominioso, me alegro de verte por aquí.
Un abrazonube muuu fuerte!! ;)
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