Sola con todos
Y castiga sin postre al gigante azul en el rincón donde
descansa el corcel de Doña Estrella. Mientras Charles Aznavour suena bohemio,
revisa orgullosa uno a uno los platos vacíos del resto de comensales, la tarta
quedó bien esta vez. Contemplativa, decide entonces acercase a él:
- De no haber llegado tan tarde también habría disfrutado de tan delicioso pastel- le recrimina al gigante, señalándole con el dedito manchado de chocolate- Ya sé, usted no tuvo la culpa, él siempre anda demasiado ocupado. Pero ande, acérquese a la mesa, aún quedan pastas y té. Antes de sentarse, déjeme quitarle el envoltorio.
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