viernes, 1 de junio de 2012

Frenso


Palabras inventadas:
Pepitaje: Restos de basura, mugre esparcida por el suelo.
Guruñido: Ropa arrugada y fuera de su sitio.
Pinfoleto: Tablón donde se pinchan o cuelgan folletos, notas, etc.
Botulero: Persona que está todo el día sin hacer nada y se alimenta únicamente de embutido y comida grasa.
Braguitosca: Ropa interior gastada, con pelotillas.
Argostena:  Sendero de baba brillante que deja la babosa al pasar.
Solísquedo: Quedarse absorto mientras tomas el sol.
Broncavaca: Persona que gruñe mucho pero no se enfada, como el dicho: Mucho ladra poco muerde.
Norrojer: No tirar nunca de la cadena del váter después de hacer las necesidades.
Enguñir: Comerse las uñas de los pies.
Merdagardo: Persona que lleva sin ducharse días o hasta incluso semanas.
Jucuvento: Habitación dispuesta únicamente para guardar objetos valiosos.
Mulosauro: Persona de fuertes convicciones chafadas a la antigua.
Bimbonete: Cúmulo de agujeros o boquetes, hechos en las paredes, normalmente en el friso, y que ofrece comunicación entre las distintas habitaciones de la casa.
Séquilo: Manchas que salen en la piel por la edad.
Eufrenso: Nombre común.
Despromijado: Persona que ha tenido una infancia difícil.
Languícero: Persona que ha nacido para sufrir
Agresajo: Mal olor que sale por debajo de la puerta
Gotiferar: Tirar la puerta al suelo de tanto llamar

Frenso
Hasta el mismísimo nombre tuvo el afán de no hacerle justicia en vida. Eu, para los seres queridos, Frenso, para los más temidos, Fresco, para los más ingratos y Eufrenso para Dios y la carta de nacimiento. Despromijado y desprovisto de títulos que certificasen su escasa valía para desempeñar cualquier labor, había adquirido ese aspecto tan merdagardo y botulero, que ni Sita (su cobra real) se atrevía a trazar el bimbonete por miedo a toparse con él de frente.  El pinfoleto de la entrada llevaba años sin servir de utilidad, panfletos y ofertas de trabajo extraviadas por una mirada ciega de un languícero que no tiene mayor misión que la de enguñir. Fiel coleccionista de braguitosca, propenso a norrojer, a crear alfombras de pepitaje y formar gurruñidos por doquier, más de  una vez  ha despertado el agresajo la mala leche de algún vecino, que, iracundo ha intentado gotiferar.
Un pobre mulosauro que broncavaca entre los rincones de un hogar, que hace tiempo,  se transformó en arrecife donde las moscas verdes dejan sus huevos y las babosas su argostena deslustrada.  ¿Qué le queda?
Solísquedo en el balcón espera con cautela el momento de entrar en su jucuvento y buscar en la estantería de los sueños que todavía están por alcanzar. Espera, observa, pero finalmente… procrastina.

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