Palabras inventadas:
Pepitaje: Restos de basura,
mugre esparcida por el suelo.
Guruñido: Ropa arrugada y
fuera de su sitio.
Pinfoleto: Tablón donde se
pinchan o cuelgan folletos, notas, etc.
Botulero: Persona que está
todo el día sin hacer nada y se alimenta únicamente de embutido y comida grasa.
Braguitosca: Ropa interior
gastada, con pelotillas.
Argostena: Sendero
de baba brillante que deja la babosa al pasar.
Solísquedo: Quedarse absorto
mientras tomas el sol.
Broncavaca: Persona que gruñe mucho pero no se enfada, como el dicho: Mucho
ladra poco muerde.
Norrojer: No tirar nunca de la cadena del
váter después de hacer las necesidades.
Enguñir: Comerse las uñas de
los pies.
Merdagardo: Persona que lleva
sin ducharse días o hasta incluso semanas.
Jucuvento: Habitación
dispuesta únicamente para guardar objetos valiosos.
Mulosauro: Persona de fuertes
convicciones chafadas a la antigua.
Bimbonete: Cúmulo de agujeros
o boquetes, hechos en las paredes, normalmente en el friso, y que ofrece
comunicación entre las distintas habitaciones de la casa.
Séquilo: Manchas que salen en
la piel por la edad.
Eufrenso: Nombre común.
Despromijado: Persona que ha
tenido una infancia difícil.
Languícero: Persona que ha
nacido para sufrir
Agresajo: Mal olor que sale
por debajo de la puerta
Gotiferar: Tirar la puerta al
suelo de tanto llamar
Frenso
Hasta el mismísimo nombre tuvo el afán de no hacerle justicia en vida. Eu, para los seres queridos, Frenso, para los más temidos, Fresco, para los más ingratos y Eufrenso para Dios y la carta de nacimiento. Despromijado y desprovisto de títulos que certificasen su escasa valía para desempeñar cualquier labor, había adquirido ese aspecto tan merdagardo y botulero, que ni Sita (su cobra real) se atrevía a trazar el bimbonete por miedo a toparse con él de frente. El pinfoleto de la entrada llevaba años sin servir de utilidad, panfletos y ofertas de trabajo extraviadas por una mirada ciega de un languícero que no tiene mayor misión que la de enguñir. Fiel coleccionista de braguitosca, propenso a norrojer, a crear alfombras de pepitaje y formar gurruñidos por doquier, más de una vez ha despertado el agresajo la mala leche de algún vecino, que, iracundo ha intentado gotiferar.
Un pobre mulosauro que broncavaca entre los rincones de un hogar, que hace tiempo, se transformó en arrecife donde las moscas verdes dejan sus huevos y las babosas su argostena deslustrada. ¿Qué le queda?
Solísquedo en el balcón espera con cautela el momento de entrar en su jucuvento y buscar en la estantería de los sueños que todavía están por alcanzar. Espera, observa, pero finalmente… procrastina.
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