Cuando, como cada tarde, regrese su padre, el “vais a saber
lo que es bueno” llegará de la mano de la cuerda gastada que utiliza Celia para
ensartar los pimientos. La tía Celia sola no puede: - ¡Que me vais a destrozar
todo! ¡Salid pitando de aquí ahora mismo! Será posible…- Y el tío Paco, corre
que te corre detrás de nosotros, para atizarnos donde primero pilla. Las risas
se oyen a kilómetros de distancia.
El olorcillo a ajo y pimientos secos, a latas de conserva;
el ir y venir de los gatos ariscos a cualquier caricia… Todo sigue igual.
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