miércoles, 30 de mayo de 2012

Al natural



Hoy no voy a ser Nito, ni Julio, ni Lena, no voy a ser madre con o sin hijo, ni voy a ser tú, no seré un gnomo ni un bufón, ni la niña del exorcista, ni un juguete roto. Hoy no quiero ser nada más que yo. Con mi mala leche y mi tristeza, mis manías locas, mi yo más negro, sin cordura ni arrepentimiento. ¡Joder!
Qué lucha constante la de agradar a todo el mundo, la de entender lo que no comprendo ni quiero hacerlo, fingir que todo me parece verde cuando lo veo azul. ¡Que no quiero máscaras! ¡Coño!


           [ -Uy, yo estoy de acuerdo contigo, cuán reflejado me veo en ti-
           -No, no, yo nunca miento-
           -Todo el mundo miente-
            -Uy, yo soy la persona más optimista del mundo, no veas, cuando vienen problemas yo no me                   aplaco nunca, que va, yo lo veo todo siempre desde una perspectiva positiva-
           -Ay...cómo te entiendo...si tú supieras...-]


Pero vamos a ver ¿Qué es lo que pasa? pero por qué nos engañamos, tantas caretas de franqueza que nos ponemos cada día, ¿cuánto te duran a ti? a mi ya se me van desgastando, porque ya me pesa. Pues sí, no soy tan optimista (por lo menos hoy), me siento mas remolona que de costumbre, más triste y enfadada que de costumbre, y cansada de entender a todos menos a mí misma. Me da igual si resulto pesada, redundante, cansina, o aburrida. Porque me siento así y lo tengo que decir, que me cansa ser persona, sentir la obligación de hacer o decir lo correcto, de hacer un texto que te impresione y te envuelva en una neblina que te deje tonto/a. Hoy me da igual, no quiero destacar, me da igual que haya o no un hilo conductor en lo que te cuento, porque ni yo sé que estoy diciendo. Me da igual. Quizá lo que te escribo ya lo has leído otras veces, quizá te parezca repetitivo, me da igual. Soy así de cambiante, tanto o más que una veleta dislocada. Qué poco me importa.


             Si es o no escritura creativa o es una mierda pinchá en un palo, me importa un pimiento. 
             Me voy a parar un momento a pensar en no pensar, a que fluyan las yemas por las teclas del           ordenador a ver qué me quieren decir. Me paro, pero no termino de entender...


                      Que no voy a hablar por todos cuando tengo que hablar por mí,
Que oigo pero no escucho,
                                      que pongo mueca de alegría cuando quiero estar triste
que miro pero no veo,
                                         que cago pa' arriba cuando el agujero lo tengo debajo
que me asusta perderme en la inmensidad,
                                                                                     que aborrezco el siempre y el jamás,
             que me da pena la soledad, pero la busco.
                                                 ¡Que me jode, coño!
Ser yo sin mí,
                            querer ser y no estar,
pensar y no hacer,
                             fingir que quiero dar un giro y quedarme siempre en el mismo sitio.
             Que le den a las rimas,
                                              que le den al protocolo, al embuste con traje
que me dan asco las cucarachas
                                                   que no soporto el frío ni el calor
                         que no me gusta el NO y lo utilizo más de la cuenta.
                                                     Que no quiero ser ni más ni menos que nadie,
               que quiero ser yo sin censura,
                                     sin diplomacia, sin política
       sin razón. 
Ser y punto.


                                           Que no quiero que sea poético ni anecdótico


                                 Que me cansa viajar de un sitio a otro, sin moverme de la cama,
                          que estoy harta de tener la misma almohada, que huele a rancio.
       Que está en mi mano, que siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, pero que no lo veo.


 Que tengo una máquina en mis manos, y consigo hacerla funcionar,
                                                              
                                                                         No la veo.
                               
                                                         ¿Dónde está???
Que si viene el lobo,              que si se va..............................


.....................................................Que me va el sube y baja...................................................


           Que arde que si empapa, que si viste o desviste, que si tiene o no tiene, que si está oscuro que si se ve de más, que sí que no que sí que no que sí que no que sí que no que sí que no que sí que no


                                                                Que ya está bien, hombre.


Que así soy yo, que ¿cómo?................................................................................................
.........................................................................................................................
.................................................................................................
.....................................................................................
....................................................
........................
.......
....
...
.
Ni puta idea, tío.


martes, 29 de mayo de 2012

Cosidos



Como en un caldero de chocolate caliente
en tu vientre yace, se hace y guarece.
Irrumpe en la noche ansioso y dispuesto,
quebrantando las leyes del silencio.

Osado,
deja la huella de su pie descalzo,
deshilvanando, una a una, las hebras
de dos vidas yuxtapuestas.

Anhela los azotes del viento,
el calor del fuego,
el olor a tierra mojada,
fumarse la vida entera
en una cachimba recién estrenada.

Del cáliz del útero
se le antoja huir despavorido,
dejando atrás el flujo,
los latidos que escucha a destiempo.
Sin más armas que la piel,
un nombre y un corazón fiel.

Ahora,
la denominación de origen grabada está.
De ti depende la calidad,
el grado y el sabor del vino tinto,
que por tus venas,
colmadas y apresuradas, 
va.

Con o sin asilo,
la razón de existir, 
por ti mismo
has de encontrar.


jueves, 24 de mayo de 2012

Te repites más que el chorizo


Ahogas tu risa estallada en una lágrima amarga, sudada por el orgullo, y crees que la verdad se mide por los embustes que te gritas sobre la misma almohada que abrazaste un día, añorando besos que nunca te llegaron.
Te preguntas si al final todo tendrá un sentido, serás el verdugo que siempre se hace la víctima, serás la sombra de un grillo en la oscuridad, un extraño soldado de la legión que se despide constantemente de un familiar que nunca tuvo, serás uno más en la escala del cero al menos uno.
¿Qué otra cosa si no? Un diamante que no se ralla, un disco de vinilo que toca la misma canción una y otra vez, porque nadie antes te ha dicho que te repites más que un chorizo asado. Todo lo has interpretado del revés.
Una toalla húmeda en un desierto, un cansino al que nadie comprende ni está por la labor de hacerlo, una avispa sin valor, un chocolate desnatado recalentado, un adiós sin gesto.

Resumiendo, al final, en la escalera que sube como la espuma hacia el perdón y la tranquilidad, estarán todos menos tú.






miércoles, 23 de mayo de 2012

Rotos



Anhiara coge las llaves de la mesa del pasillo y la colisión que se produce en ese momento, entre las llaves de la casa y las bolitas de acero del llavero, se transforma en un sonido fantasmagórico. El portazo estrepitoso se ha llevado por delante sus pasos firmes, su mal humor y unas lágrimas que había guardado para más tarde. Los gritos del silencio que se dibujan en sus ojos ensangrentados no pasan más allá de sus entrañas, originando una supuración tan corrosiva en el corazón que ya ni un milagro puede sanar. Las quejas de Hugo parecen inaccesibles desde el bar de la esquina, donde ella, cada noche después de las doce amarra la inseguridad, los NO, la fragilidad y los huesos rotos en un flamante vaso de whisky doble o triple, o cuádruple o hasta que directamente alguien se atreve a recoger sus trocitos del suelo.


Hugo se queda en casa, esparciendo la irritabilidad y la impotencia por el suelo, berreando y pataleando. Sus cincuenta y dos centímetros y la ausencia de recursos necesarios para emitir una palabra o varias con cierto sentido, le imposibilita llamar por teléfono a alguien para decirle que se ha hecho caca en el pañal, que tiene hambre, y que sobretodo, anhela unas caricia, una mirada de consolación, unos brazos cálidos que lo protejan... Que echa de menos tener una madre. 






Los costes del tiempo



Me pilló de sopetón. Cuando me lo preguntó no supe qué contestar...

- ¿Crees que en algún momento de nuestra existencia tendremos la oportunidad de comprar el tiempo?
- ¿Cómo dices? ¿Te refieres a comprarlo en un supermercado como si fuera un bote de desodorante? 
- A eso me refiero, sí.
- Hombre, no seas absurdo, eso es imposible. Pero, ¿cómo vas a comprar el tiempo o venderlo incluso? Es imposible, el tiempo es inmaterial, sin forma, es algo que sabemos que tenemos, pero no es algo que se puede pagar con dinero y nunca se podrá. No digas disparates, anda.
- Tú crees que es una locura, ¿no? ¿Sabes? Eres un completo ingenuo. 
- ¿Ingenuo? Tú eres el iluso, estás más chalao...Como una tartana. 
- Te voy a explicar algo, a ver si lo pillas, tú que eres tan listo. La religión surge de algo que no se ve, eso que todos denominan fe. La gente compra su fe a través de los donativos que ofrece al cura, éste luego gasta ese dinero en el cáliz de la sangre inexistente de un Dios efímero y voluble, para con él y la hostia sagrada perdonar los pecados del rebaño que asiste, fiel, a la misa del domingo. Los pecados no se ven, la mayoría van por dentro de la gente, pero se venden y se compran a través de las religiones. El honor (no tan considerado hoy día) no se ve, pero se compraba y se vendía con sangre, chorros de sangre que han manado de las distintas culturas, de la intransigencia, de lo distinto, de la intolerancia. Y, ¿qué me dices de las personas? Sí, personas, no son objetos, son seres de carne y hueso, no son materiales tampoco, y a lo largo de la historia nos hemos comprado y vendido unos a otros, unas veces en el sentido literal y por unos mendrugos de pan; otras, usando armas tan masivas como el embuste, el abuso de poder...
Hemos vendido nuestras almas, nuestros hijos, nuestra sangre, órganos nuestros y ajenos, hemos comprado y vendido nuestra libertad. Y aún así, ¿todavía piensas que estoy loco? Personas como tú, pondrán la primera moneda en el banco del tiempo, y la rueda del mundo seguirá girando en el mismo sentido que ahora, el de la globalización, y así, tú seguirás siendo rico y ciego y yo un pobre desgraciao con ansias de vivir que no dice nada más que disparates. 

Nadie sabía aún cuánta razón iba a tener aquel viejo profeta, con su cartón de vino agrio como biblia y su abrigo anti-capitalista, anti-sistema. 
Nadie sabía entonces que el tiempo fuera tan importante.


domingo, 20 de mayo de 2012

Lose Yourself



Te mojas.
Te dejas empapar por las gotas de ácido que trae consigo la lluvia tormentosa.
Te quejas.

Te ríes y te cagas en el mundo,
 ese que dejaste patas arriba.


Te mojas,
te congojas.

Qué tarde, demasiado tarde para arreglar.

Te alejas,
 despavorida y desprovista de suministros
sin oxígeno, sin calor, 
con los pelos como escarpias.

Te desvías, te evades,
aún así, te mojas en lo temas importantes,
antiprotocolaria, antisistema, antidoctrina, te marchas.

Te mojas,
el día de tu entierro, sin mortaja, sin credos, sin esperanza.

Te escabulles, 
y entre el bullicio de la muchedumbre, te desnudas,
te ahogas en un suspiro, 
y te derrites con una mirada nauta.

Te mojas,
te desvaneces.

Te cobijas,
ahuyentas al coraje, con tu traje fino de canguelo.
Aturdida, coges las maletas y con tus mentiras, te pierdes.


A mis treinta y seis


Cuando, como cada tarde, regrese su padre, el “vais a saber lo que es bueno” llegará de la mano de la cuerda gastada que utiliza Celia para ensartar los pimientos. La tía Celia sola no puede: - ¡Que me vais a destrozar todo! ¡Salid pitando de aquí ahora mismo! Será posible…- Y el tío Paco, corre que te corre detrás de nosotros, para atizarnos donde primero pilla. Las risas se oyen a kilómetros de distancia.
El olorcillo a ajo y pimientos secos, a latas de conserva; el ir y venir de los gatos ariscos a cualquier caricia… Todo sigue igual.

miércoles, 16 de mayo de 2012

In nóminas nimias et lerdo et sumo desaborío

Julio cogió la lista y antes de quemarla le echó un vistazo por última vez. Había cuatro, de los trece deseos, tachados en rojo. Cuarenta y nueve años hacía desde que había escrito el primero:
1.Seré el primero en algo.
2.Me tiraré en paracaídas.
3.Iré a China de la mano de una mujer preciosa.
4-Me casaré antes de los treinta.
5. Tendré un hijito sano.
6-Tendré un trabajo que en poco tiempo me hará rico
7.Mi hijo me superará en todo con creces.
8.Antes de morir veré a mis nietos crecer fuertes y sanos.
9.Moriré mucho antes que mi hijo.
10.Todas mis deudas quedarán más que resueltas antes de morir.
11.Haré realmente feliz por lo menos a una persona.
12.Me moriré en paz y tranquilo conmigo mismo, sintiéndome pleno, feliz.
13.No moriré solo.

Al cumplir los cuarenta y cinco se rindió y dejó de tachar, la lista estaba maldita.

Como pronosticó en un principio, fue el primero de su promoción, experto en contabilidad y dueño de una maestría perenne en lo referente a las matemáticas. Sus padres le premiaron con un viaje, el que él quisiera, sin miramientos. Por supuesto, sería China. Todo iba bien, algún que otro cambio en el orden establecido, pero estaba bien. Veintitrés años recién cumplidos, apuesto, valiente y talentoso. Toda una vida por delante.

El deseo de ir a China se cumplió a medias, porque sí, iba en compañía de una chica preciosa, a la que por desgracia podía mirar pero no tocar, su prima Seri, pero qué importancia tenía eso al fin y al cabo, ¡iría a China!

Y en China cumplió el segundo, saltó en paracaídas. Qué mala suerte, a diez metros del suelo el arnés se soltó y la caída le propició su más leal compañera de viaje durante dos eternos años, su silla de ruedas.

Al tiempo, los médicos encontraron unas piernas ortopédicas que le irían de maravilla. Veinticinco años, piernas de acero inoxidable y toda la vida por delante. No le iba a impedir eso cumplir sus sueños, ni en broma.

Su enorme talento y su afán de superación le consagraron con un puesto de director en un banco de renombre. Cumpliendo en unos tres años su sexto deseo, y menos mal que nunca se supo como habían desaparecido los quince mil cuatrocientos euros de la caja, que si no…Cualquiera tiene un tropiezo en esta vida, que se lo digan a él –Ni con todo el dinero del mundo podría pagar yo mis piernas de carne y hueso, tampoco es para tanto- Se solía autoconvencer.

El dinero llama al dinero, ¿no dicen eso? Pues eso pensaba él. Optimista sin reparo, pero con una enorme chepa de pesadumbre y complejos de hierro.

Y quiso Dios, una tarde de septiembre unirle a Pepa, la hija de un compañero de trabajo. Bellísima, inteligente y divertida, la mujer más maravillosa que había visto en su vida. Un año de noviazgo, y una pedida de mano tan romántica como distinta. La relación perfecta, con sinceridad, sin complejos, sin trampa.

Lástima que el vientre de Pepa yacía mudo de nacimiento, y no verían los frutos del amor en los ojitos del niño o niña que jamás tendrían. Podían adoptar, sí, era una opción, pero no la que deseaba Pepa. Pepa perdió la ilusión, los años la vistieron de sonrisa enlutada. Un distanciamiento incipiente nació entre las sábanas. Julio, a veces furioso, a veces compasivo, se dejó avasallar por el conformismo sin sexo, sin caricias, sin Pepa. Pepa, por el contrario, se aferró a su non nata y perdió la fe además de la cabeza. Se casaron con veintiocho años, y a los treinta y cinco, Pepa, decidió reunirse con su niño, con unas copas de más y unas cuantas pastillas para no dormir.

Desde aquel día Julio no consigue pegar ojo. Tacha y tacha la lista que nunca verá cumplida. 
Cansado, mira su reloj y es consciente de que lo que le sobra ahora es tiempo.


martes, 15 de mayo de 2012

Viene y va

Mírala. Aparece de repente entre la gente y quizá es ese estilo de harapienta lo que me hipnotiza. 
Mírala. Se guarda con recelo la mejor de las sonrisas, para otro, para él, una mueca que abofetea su realidad, su desdicha redicha.
Fíjate, como quiere pasar desapercibida entre unas cuantas  faldas de serpentina y zapatos de pija,  ganando la medalla de honor entre aspirantes a la peor vestida. 
Mírala, ella y sus trapos, su piel sin tono, su pelo ensortijado y su gran entusiasmo por desaparecer entre los demás. Ella y sus trapos... sus besos huecos, su lengua viva, sus.
Mírala. ¿Acaso no es? ¿Acaso no lo es? Atiende, que ahora te está mirando ella a ti.
¿Qué te dicen sus ojos? ¿Puedes oírlo? ¿No entiendes? Fíjate bien, te está diciendo Por favor, ayúdame.
Sin cabida, sin verso, sin sentido viene y va. Sin esperanza de cambio, el filo de la mala suerte en su cuello, sin ley, sin ganas viene y va.
Mírala, qué preciosa está cuando no mira al infinito y sus pupilas se atreven a pisar por delante del lamento, sin mirar atrás, viene y va.
Mírala. Está perdida en la seguridad infinita de la subjetividad (isis asos esos usos eses).
Mírala, sin su presencia yo no encuentro el norte, se pierde en la sombra,  el reflejo deja de ser lo que siempre quise y no pudo ser, porque siempre mis intentos, vienen y van.
Mi preciosa, mi querida soledad.



sábado, 5 de mayo de 2012

Rosa, María con Calzado y Naranjo. Todas al desnudo


Había una vez, una mujer o... ¿era una niña? Venga, otra vez. Había una vez, una niña que quería ser mujer, o...¿era al contrario? Venga, un nuevo intento. Había una vez una mujer que quería ser niña, ¿Seguro? ¿Así? ¿Lo dejamos así? Venga, no, empieza de nuevo. Había una vez, una persona...

Lo cierto es, que quería dejar en puntos suspensivos esta historia, pero la verdad es que no puedo, sin saber porqué tengo que seguir quitándome la ropa. Y sí, esto soy yo. ¿Pero QUÉ Soy? o más bien, ¿QUIÉN Soy? Unos, a través de mi desnudo, vieron a una niña que deja atrás muñecas y sueños rotos, pero que mira hacia adelante con la idea de convertirse en una mujer, pero sin olvidar esa niña, esa niña que pisa con pies amarillos, un pie derecho por delante con dedillos rosas y otro pie izquierdo por detrás con dedillos verdes. ¿Los rosas la feminidad? ¿Los verdes la masculinidad? Otros, ven una raíz de la que salen púas, las púas de una rosa, una raíz que sube, que tiene diversas direcciones por las que dejarse crecer. Otros vieron un lugar agobiante donde es mejor no ir, porque ¿Qué significa? No se entiende; Otros vieron dos dimensiones que se juntaban en un camino intermedio, un camino que tal vez tenía obstáculos, dificultades que a lo mejor los pies no pueden saltar; otros incluso vieron el yin y el yang separados, Otros no vieron nada o no supieron ver, o incluso no quisieron. Incluso yo vi cosas diferentes mientras me dibujaba a través del papel a lo que vi después de haber creado el autorretrato; incluso aun vi más, cuando los demás vieron y no vieron. Lo que de verdad sí vi y vimos todos es lo que me define, la búsqueda, ¿La búsqueda de la autenticidad? ¿La búsqueda del equilibrio entre la pasión de un rojo vivo y la depresión de un negro azabache? ¿La búsqueda de un término medio entre dos extremos que están predispuestos a gobernar por encima de todo?  ¿O incluso una barrera de colores ocres que intentan abrirse con ansia hacia unos colores más potentes y llamativos?

¿Quién sabe? Yo de momento... sigo buscando.

martes, 1 de mayo de 2012

La forma de su culo


- La primera vez que la vimos desnuda ¿Cuántos años teníamos? ¿Te acuerdas?-
- ¡Claro que lo recuerdo! Cómo olvidarlo…Menuda vergüenza pasé -
- ¡Ja ja ja! Yo también la verdad, pero… ¿Cuántos años teníamos?
-  Recuerdo que fuiste tú quien abrió la puerta sin llamar. Ya te vale…-
- ¡Qué vergüenza! ¡No me lo recuerdes! ¡Calla! ¿Cómo era? Recuérdamela-
-  Como si la estuviera viendo otra vez… Un perfil completamente perfecto, unas curvas en las que cualquier piloto de motociclismo hubiera apostado su vida tumbándose en ellas, unos pechos redondos que dibujaban unos pezoncitos de caramelo, casi se podían saborear desde la mirilla. Un culo… ¡Qué culo! Tenía forma de…-
- ¡Te acuerdas de todo con detalle! ¿Cuántos años teníamos? No consigo recordarlo-
- Siempre salía la última, lo tenía comprobado, debía ser tímida. A mí solo me gustaba ella, por eso esperábamos a que salieran todas. Tú siempre eras el que avisaba desde la esquina. ¿Te acuerdas de como  resbalaste y una de las chicas vino en toalla a levantarte y a preguntarte si estabas bien? Yo no te he visto con la cara más pálida  nunca más. Ja ja ja-
- ¡Uf! Casi nos pillan esa vez. Pero… ¿Cuántos años teníamos? Di-
- Ese fue el único día que no pude verla, a partir de ahí tenían más cuidado y creo que tan solo la vi un par de veces más. ¡Qué pesado eres! ¡Qué más da los años que tuviéramos! ¡Te pasaba lo mismo entonces! ¿Qué ropa lleva? ¿Está desnuda? ¿Hay alguna más? ¿Cómo tiene las tetas? ¿Tiene pelo en…? ¡Siempre igual! ¿Por qué no te asomaste tú para averiguarlo? ¡Me tenías frito! En vez de eso, se te ocurre la brillante idea de abrir la puerta, pero que valiente, encima para salir corriendo-
- ¡Claro! ¡Encima voy a tener yo la culpa! ¡Pero si no me dejabas! Eras tan abusón que solo querías mirar tú, nunca me dejabas. Con la excusa de que eres un año mayor te las apañabas siempre para manipularme y engañarme, y yo ahí, vigilando para que no te pillaran. ¡Serás capullo! Encima se queja… Tanto y tanto detalle y ni siquiera recuerdas cuántos años teníamos. ¡Idiota!-
-  Pero que pardillo eres. Nunca te has enterado de nada. No te dejaba mirar, no porque fueras más pequeño o porque yo quisiera abusar mirando yo solo, como te equivocas. No te dejaba mirar, Rober, porque únicamente hubieras estado pendiente de los tamaños, juzgando el cuerpo de aquella diosa como si fuera algo que se puede medir por defectos, cuando todo en ella era arte. No te dejaba, porque tú disfrutas más de la vida cuando te la describen, eres tan anhedónico que no eres capaz de coger a la vida por la yugular y absorberle todo el jugo, prefieres en cambio imaginar cómo sería esto o lo otro si… Nunca estás conforme con nada. Cómo te iba a dejar mirar, te estoy describiendo ahora mismo su cuerpo mojado, desnudo y tú pensando en cuántos años teníamos, como si eso fuera importante. Eres tan cafre, que incluso mirándola habrías estado fantaseando, perdiéndote la oportunidad como acostumbras. Nunca cambiarás, Rober, nunca-