martes, 5 de julio de 2011

Instrucciones para soñar...

Como estudiante de psicología que soy, he estudiado vagamente (menos de lo que ahora quisiera) la relación intrínseca que existe entre los deseos e impulsos de llegar a ser... llegar a tener... con los "impuestos" que marcan el deber ser...el deber tener...
Todos ellos, viajan a través de nuestra mente, unas veces luchando en una guerra armada, y otras por contra, haciendo el amor, sembrando así el entresijo de dudas que limitan y desbarajustan en nuestra conciencia, aquellas palabras que quisiéramos decir y que el deber no nos deja, aquellas miradas que queremos mantener y que el temor a ruborizarse desvía esas pupilas ansiosas de querer encontrase, el querer amar sin ser correspondido y el miedo a serlo sin serlo, el miedo y si... el miedo por si... el miedo a... el miedo, el miedo, siempre el miedo.
Es entonces, cuando una maquinita que no descansa (ni a la noche ni al día da cuentas del trabajo que hace) desemboca una hilera de imágenes, unas dulces tal vez (dominadas por los deseos que no cumplimos durante el día) otras amargas y escabrosas tal vez (dominadas por nuestros miedos, deberes, inseguridades) a través de ¿cómo no?, de los sueños.
Y como de instrucciones se trataba al principio, no quisiera una servidora decirle a usted cómo y con quién soñar, solo decirle que anoche soñé con su rostro, y no sabré nunca si solo era un deseo que la máquina proyectaba una noche de marzo en el cine de las sábanas blancas, o tan solo era una de tantas imágenes que se mezclan con trozos del presente, del pasado, y trozos de percepciones que no hemos sido conscientes de que hemos visto, oído, o sentido. Aun así me embestí esta noche, como incógnita que soy, y con gran valentía, a confiarle que anoche, y solo anoche, soñé con usted.

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