lunes, 21 de enero de 2013

El Quebrantasueños


Ya lo decía mi padre cuando éramos pequeños: “No metas la mano cuando lo que te quepa sea el brazo, en el intento te quedarás cojo”.  Esa misma frase revoloteaba por la casa, a la hora de la comida, el único instante en que todos nos reuníamos para parecer una familia. Dani, ya mostraba trazas de ser un auténtico calzonazos. Si le pedías agua, te traía el océano en su regazo; si le pedías ajos, podías reconstruir la Muralla de Adriano y espantar a cualquier noctámbulo sanguinario que se atreviera a cruzar. A menudo,  aparecía en la habitación con la cortina del baño anuda al cuello, empuñando el palo de la mopa, vociferando: ¡Soy el dios de la luna de Júpiter, y mi misión en la tierra es exterminar el mal humor!
Era así, un pobre entusiasta, un mal nacido capaz de arrancarte las piedras del aburrimiento de un plumazo y construir en un segundo una vida entera de ilusiones sobre el ortejo mayor de tu pie izquierdo.
Aún no entiendo cómo de siete días que tiene la semana, él inventó un octavo para precipitarse sin previo aviso por el quebrantasueños (el pozo del jardín), en el intento de colgar un cartel que ponía: ¡Sonríe o Muere!

2 comentarios:

arktos-temis dijo...

Hola Rosa, me encantó ese padre bullanguero, y el concepto del "quebrantasueños", fantástico.
Un abrazo.

Rosa dijo...

Hola Miguel, me alegra muchísimo que hayas disfrutado del micro, y de que te hayas paseado por aquí. Las nubes te esperan siempre que gustes.

Un abrazonube!!