miércoles, 2 de noviembre de 2011

COMO TANTAS VECES HABÍA HECHO DE NIÑO...

Reprimido

A sus ochenta y dos recién cumplidos,como había hecho tantas veces de niño, sacó al porche su caballete, mezcló las témperas en la paleta de su malograda imaginación e hizo realidad, a través del papel, el sueño de lo que siempre había querido ser. Sencillo pero imposible.
El viento a su favor, su viejo bloc esperando en blanco, distintos pinceles y colores, pero siempre la misma imagen: el rostro de una mujer.

Víctima y verdugo
Como tantas veces había hecho de niño, Suki, subió a la montaña de  los tres picos con sus soldaditos de plomo, los coches de carreras y el trineo de madera con ruedas que le había hecho su abuelo. Un batallón de recuerdos inundó su mente al coger al comandante de la caballería, el señor Hopkins...
- ¡Tú cállate cuatro ojos! ¡Dame ahora mismo todas las canicas si no quieres que te canee!
- No me hagáis daño por favor, os daré lo que me pidáis.
- ¡Miradle, tan cobardica como su hermano! ¡Adelante caballería! Que no quede ni una sola.

Libre
Como tantas veces había hecho de niño, se despojó de sus ropas en la orilla del rio, cogió su vieja canoa y se echó rio abajo. Sentía el viento fresco en su espalda y la furia con la que el agua azotaba las piedras. Mientras luchaba por no perder el control, notaba cómo la sangre fluía con fuerza, transformando su muñón malogrado en una robusta pierna, cómo la herida de bala del pecho se desvanecía con la frescura de la naturaleza, todo bajo control, sin miedo. Como un pájaro que despliega sus alas, por un momento volvió a sentir la libertad.

Los monstruos sí existen
Como tantas veces había hecho de niño, miró dentro del armario,  detrás de las cortinas detrás del ropero, abrió los cajones de la mesita... Por causas que se desconocen, había sufrido terrores nocturnos siendo muy pequeño. Yo ya me había cansado de insistir al tratar de convencerle de que los monstruos no existen. Se sentó en la cama como de costumbre para quitarse los zapatos. De repente una mano le agarró por el tobillo. Fue un instante. Con la mano en el pecho cayó al suelo.
 Aun recuerdo los gritos de nuestra pequeña Julia:
- ¡Sólo era una broma papá!

Entre las estrellas
Como tantas veces había hecho de niño, subí al desván y cogí el telescopio para mirar las estrellas desde la ventana. Recuerdo cómo Cuco y yo nos peleábamos por mirar cuando éramos pequeños, yo siempre miraba primero. Cada noche subíamos después de lavarnos los dientes, antes de meternos en la cama y nos quedábamos bastante rato mirando las constelaciones, averiguando en cuál de ellas estaría mamá.

“La Martinica”
Como tantas veces había hecho de niño en las obras de teatro, no le pareció un reto interpretar el papel de hombre en su primera película. El mayor inconveniente era ocultar la ciento cinco copa C. La noche del estreno prometía. El Caudillo estaba en la segunda fila protegido por agentes de la Guardia Civil.
Como acostumbraba al finalizar cada obra,  Martina se quitó las vendas delante del público y exhibió sus voluptuosos pechos. De pronto, un olor intenso a plomo inundó la sala del Capitol. Fue sin duda el primer destape en el cine español.

Los Santos Inocentes
Como tantas veces había hecho de niño, marcó el teléfono de su hermana para gastarle una broma. No pensaba lo que le diría al descolgar, le gustaba improvisar. Se había hecho pasar por director del Banco Santander, cajero del supermercado, policía...
Esta vez decidió ir más allá.
- Hola, buenos días. ¿Eloísa Martín?- Dijo, tapando ligeramente el auricular del teléfono.
- ¿Quién es?
- Soy el dueño de la funeraria Los Olivos. Ayer hablé con su mujer, quería informarle sobre el precio de los féretros.
- ¿Está usted de broma? Mi mujer lleva muerta dos semanas- Exclamó enfadado, intentando contener la risa.

¿Dígame?
Como tantas veces había hecho de niño travieso, Susana era consciente de que dieciocho años no serían suficientes para ver a su hijo madurar. Desde  que a los cinco años incendió el sofá, supo que el pequeño iba a dar mucha guerra. Por eso, muy a su pesar, la llamada desde el cuartel de la Guardia Civil no le sorprendió a altas horas de la madrugada. Lo que sí le quitó el sueño y las ganas de vivir fue ser consciente de que jamás volverían a llamar. Desde entonces, cada noche se despierta a las cuatro y media y descuelga el teléfono.

Falsa alarma

Como tantas veces había hecho de niño nada más levantarse de la cama colocó la mano en el pecho manteniéndose totalmente inmóvil durante un instante, pendiente de los latidos del corazón. Después, delante del espejo del baño, analizaba minuciosamente el estado de la dentadura, por si alguna nueva caries hubiera aparecido mientras dormía.
Tras comprobar detenidamente todas las constantes vitales, la espesura del cabello, la garganta, el cúmulo de grasa del vientre, las estrías del trasero y el tamaño y estado de su miembro viril, marcaba el ciento doce y decía:
-Todo está bien señores, un día más estoy vivo.

2 comentarios:

Superratón dijo...

como tantas veces, había hecho de niño y su voz se resentía como lo había hecho todo el invierno. todas las series se peleaban por su doblaje de niño malcriado y juguetón... el peor momento de su carrera se dio cuando uno de esos niños fans de sus.personajes, la reconoció en otro tipo de película con menos argumento y por supuesto, para adultos...

Rosa dijo...

jejejejejeje..el mundo del comic...siempre es muy expansivo...llega hasta sitios como este humilde blog. Gracias por su comentario Superratón, mu tierno, volver a la infancia y a los libros con viñetas. Falta el bocata de nocilla,jejeje