Un escritor que tan sólo acaba de empezar, un escritor capaz de colmar sus escritos con agridulce sonoridad, así pues, corres el riesgo si te embaucas en su prosa de no saber qué vas a encontrar.
Podéis localizarlo en: http://elrincondebencho.blogspot.co.uk/
El quebrantador de sueños
Compone las suaves melodías de sus deseos en su onírica dimensión, de pronto cae en remotas distancias repletas de infamia. Nunca dispuso de la necesidad de estrellarse entre sus mundos, pero el día tenía que llegar y ella lo presentía; aún bajo su narcótico efecto disuadido en seda y algodón, sumergida en la comodidad de sus perfumadas almohadas color granate, aún así lo venía llegar. Descubrió así, con el temor, su fascinación por brincar de planeta en planeta, rozando con sus dedos cada constelación; recordando, con sonrisas bañadas en lágrimas, cada una de sus inenarrables aventuras. El enlace se rompía y la sangre brotaba entre las nubes de un otoño cualquiera. Cuando las amígdalas se le irritaron compuso su último preludio, una canción que daba triste inicio a su hastío, mientras aquel monstruo disipaba, con infinita crueldad, la bella nebulosa que con tanto esfuerzo habían formado sus más profundos sueños. Y así se concretaba el abyecto robo de una voluntad que sólo aparecía cuando ella cerraba sus ojos, en esos difusos y coloridos paisajes errantes, en tiempos aquellos… cuando esperaba a que el sol no volviera a aparecer jamás.
Enhorabuena, querido amigo. Gracias por compartir tu bella prosa y por no dejar de sorprendernos.
Concurso entre amigos :)
El quebrantador de sueños (Ganador)
Compone las suaves melodías de sus deseos en su onírica dimensión, de pronto cae en remotas distancias repletas de infamia. Nunca dispuso de la necesidad de estrellarse entre sus mundos, pero el día tenía que llegar y ella lo presentía; aún bajo su narcótico efecto disuadido en seda y algodón, sumergida en la comodidad de sus perfumadas almohadas color granate, aún así lo venía llegar. Descubrió así, con el temor, su fascinación por brincar de planeta en planeta, rozando con sus dedos cada constelación; recordando, con sonrisas bañadas en lágrimas, cada una de sus inenarrables aventuras. El enlace se rompía y la sangre brotaba entre las nubes de un otoño cualquiera. Cuando las amígdalas se le irritaron compuso su último preludio, una canción que daba triste inicio a su hastío, mientras aquel monstruo disipaba, con infinita crueldad, la bella nebulosa que con tanto esfuerzo habían formado sus más profundos sueños. Y así se concretaba el abyecto robo de una voluntad que sólo aparecía cuando ella cerraba sus ojos, en esos difusos y coloridos paisajes errantes, en tiempos aquellos… cuando esperaba a que el sol no volviera a aparecer jamás.
(Rubén Ravelo)
El quebrantador de sueños
El paciente ya estaba preparado. Hacía minutos que había aparecido en la consulta. Lo prepararon, lo raparon, masajearon su cráneo con un frío gel conductor, le añadieron las sondas, los sensores, los electrodos amplificadores y le inyectaron la nueva solución enteógena diseñada por el laboratorio. No tardaría mucho en olvidar todos sus traumas y preocupaciones. Entonces se quedó dormido. Los médicos necesitaban alcanzar la fase REM para poder intervenir, por lo que esperaron observando sus monitores en silencio. De pronto, sus equipos comenzaron a dar señales inequívocas de ensueño: el hipnograma advertía de que el paciente soñaba. Conectaron el videotransmisor de imágenes oníricas y observaron. Se dispusieron a eliminar uno tras otro aquellos traumas que el paciente había vivido según se presentasen. Habían llegado ya a la infancia del soñador, pero sin embargo, no habían hallado todavía más que traumas irrelevantes. Ya se daban por vencidos cuando un ensueño más intervino. Una oscuridad absoluta lo conturbaba, los sensores silbaban alarmados, su cuerpo se estremecía. Y al final de túnel apareció una débil luz mientras que el paciente se resistía temblando y llorando. «No hay nada que hacer» suspiró el quebrantador, «el trauma de este muchacho es la vida» aseveró.
(Malvado Dylan)
El quebrantador de sueños
La primera vez que vimos el artilugio, pensamos que estaba loco. Había cables repartidos por todas partes, un extraño bidón vomitaba humo de colores, y una brujita peculiar pendía de un hilo sobre uno de los alógenos que iluminaban el habitáculo. Llevábamos dos semanas sin verle, había estado encerrado en el sótano elaborando esa extraña maquinaría que bautizó como “Quebrantador de sueños”. Deseaba presentarlo en la feria tecnológica que se celebraba cada tres años en la ciudad, con la intención de patentarlo. El funcionamiento era sencillo en apariencia, tan sólo debías introducir la mano en la apertura del centro, el calor corporal activaba el pequeño dispositivo y el láser actuaba como lente de contacto registrando la actividad del hipocampo. Localizada el área, la máquina actuaba mandando mensajes inhibidores de actividad temporomedial cerebral.
Mamá había intentado quitarle la idea de la cabeza varias veces, tratando de convencerle de que sus inventos suponían una pérdida de tiempo: “Ya no eres un niño, Julio, deberías pensar en nuestros hijos, y buscar un trabajo decente”. Quizá fuera el repiquetear de aquella frase en los oídos el principal motivo por el que papá creó el artefacto, para dejar de soñar y ser simplemente uno más.
(Rosa)