jueves, 24 de noviembre de 2011

El querer ( Manuel Machado)

En tu boca roja y fresca
beso, y mi sed no se apaga,
que en cada beso quisiera
beber entera tu alma.

Me he enamorado de ti
y es enfermedad tan mala,
que ni la muerte la cura,
¡bien lo saben los que aman!

Loco me pongo si escucho
el ruido de tu charla,
y el contacto de tu mano
me da la vida y me mata.

Yo quisiera ser el aire
que toda entera te abraza,
yo quisiera ser la sangre
que corre por tus entrañas.

Son las líneas de tu cuerpo
el modelo de mis ansias,
el camino de mis besos
y el imán de mis miradas.

Siento al ceñir tu cintura
una duda que me mata
que quisiera en un abrazo
todo tu cuerpo y tu alma.

Estoy enfermo de ti,
de curar no hay esperanza,
que en la sed de este amor loco
tu eres mi sed y mi agua.

Maldita sea la hora
en que contemplé tu cara,
en que vi tus ojos negros
y besé tus labios grana.

Maldita sea la sed
y maldita sea el agua,
maldito sea el veneno
que envenena y que no mata.

En tu boca roja y fresca
beso, y mi sed no se apaga,
que en cada beso quisiera
beber entera tu alma.



miércoles, 16 de noviembre de 2011

Muerto pero mío...

Botín acerbo
- Muerto pero mío. ¿Ves? Así es como hay que hacerlo. El corte es simple y limpio.
- Sí, señor. Pero, ¿qué hacemos con el resto del cuerpo? No podemos dejarle ahí sin más.
- Querido hijo, tu haz tu trabajo que las alimañas harán el suyo.
- Sí, señor. Nunca pensé que rebanar cabezas fuera tan sencillo. ¿Qué cree usted que dirá su señora cuando lleguemos a casa?
- Que lo limpies bien, que el talego chorrea y luego se pone todo perdido. Vamos hijo, date prisa que está oscureciendo.

Mustio
Muerto pero mío, así lo siento. Sigue a su ritmo con mesura, con el mismo embalaje y con unos cuantos rasguños de más. “Perdóname, yo no quería lastimarte”, me dices convencida. Tranquila que en la caja de costura guardo las grapas, no sé si serán suficientes para cerrar la herida pero, apuesto contigo que la cura no dolerá mucho más que el olvido.
- Muy profundo y sincero Paco. Creo que si dices la última frase con más fuerza quedará mejor.
- No me convence mucho el texto Marta, demasiado dramático, ¿no te parece? ¿Crees que algún día volverá conmigo?

Si te vas...
Muerto pero mío será el aliento de tu boca seca en mi cuello. El susurrar de tu mirada cuando callas y el mosaico de lunares que se forman en tu espalda, lejanos quedan.
Muerto pero mío el compromiso de serle fiel a la fidelidad de tus manías, tus cuentos chinos y tus manos vacías.
Muerto pero mío el calentón de la sangre que corre por mis venas cuando sin decir nada me besas.
Sin cobertura en el corazón, sin saliva en las palabras que te llevas. Si tan siquiera un atisbo de esperanza me dejas, vete y no vuelvas.

Prematuro
- Muerto pero mío, muerto pero mío, muerto, muerto, muerto, pero mío, es mío, es mío, es...
- Señora, lo siento muchísimo, de verdad que lo siento, pero tenemos que llevárnoslo, ¿lo entiende? Tranquila por favor, tranquila. Por favor, que alguien le dé un calmante. ¿Dónde está su familia? ¿Y su marido?
-La señora vino sola, no hay nadie fuera esperando.
- Cálmese señora, cálmese, todo va a salir bien, tranquila por favor, cálmese.
- Mi niño, no se lleve a mi niño, no se lo lleve por favor. No se lo lleve, aún no le he puesto el nombre.

Jaque Mate
- Muerto pero mío, así de claro. Dame mis monedas.
-¿Pero qué dices?
- Digo que a rey muerto, rey puesto.
- Ya estamos otra vez. Mira, si no sabes jugar al ajedrez y no quieres aprender es tu problema. No sé por qué pierdo el tiempo, en serio, me pones nervioso.
- Vamos hijo, no le tengas en cuenta esas cosas a tu abuelo, ya sabes cómo es, se le olvida todo al momento y se confunde.
- ¡Jolines, ya lo sé mamá! Es que sólo le pasa cuando pierde. Bueno, te lo explicaré de nuevo. Cuando muevas el...

Soñando
- Muerto pero mío- Dijo sonriendo.
-¿A qué te refieres, Pablo?
- A mi sueño. ¿Te acuerdas? Ya sé que no se cumplirá, pero sigo esperando.
- Eso no lo sabes. Venga, no digas más tonterías y vámonos al patio. A ver qué niño se lleva el “premio gordo”, porque la familia parecía bastante enrollada. Ojalá sea Marquitos, es muy pequeño.
- Tío, ten cuidado, que se me ha enganchado la manga en la rueda. Empuja más despacio, ¿vale?
- Claro, perdona. Es que como la silla es nueva no la controlo mucho, creo que pesa más que la otra.

La curiosidad mató al gato
- “Muerto pero mío”. ¿La has visto? Dicen que es la película de terror más taquillera del momento.
- Pues ni idea. ¿Y de qué va?
- La historia trata sobre dos amigos de toda la vida que están un día en la casa de uno de ellos y uno, por saber lo que se siente al matar, le clava un cuchillo en la garganta al otro.
- Que fuerte. Pues no he visto el tráiler ni nada. ¿Quiénes son los actores principales? Tiene buena pinta.
- Los conoces muy bien a ambos.
- ¿Si? ¿Quiénes son?
- Tú y yo.

Uf, casi
- Muerto, pero mío el consuelo de que a partir de ahora vamos a estar mejor.
- Claro que sí Luisa. Bastante habéis pasado.
- Fíjate, parece un santo. Nadie diría viéndolo así, que venía cada noche borracho pegando voces y despertándonos a todos.
- Bueno, ahora podréis rehacer vuestra vida. Todo va a salir bien.
- Que Dios te oiga.
- Oye, llámame loca pero, me ha parecido ver que se mueve.
- ¿Quién se mueve? ¿Qué dices?
- ¡Eh! ¡Tú! ¡Deja ya de moverte tanto si no quieres que te dé una buena!
- Perdona Paco, estaba soñando.

De ilusiones también se vive
- “Muerto pero mío”, la frase se las trae esta semana, ¿no crees?
- Vaya. Pocos microrrelatos se van a mandar.
- ¿Te imaginas que ganáramos alguno de nosotros cinco?
- Ojala, es muy difícil, participa muchísima gente.
- Bueno, pero imagínate. ¿Tú qué harías con los seis mil euros?
- Pues no tengo ni idea, supongo que me pagaría el máster y haría un viaje. ¿Y tú?
- Yo sacaría por fin el billete de avión, hace tres años y medio que no la veo.
- Oye, ¿qué hora es?
- Son y cuarto, ya queda menos.

K.O.
Muerto pero mío, sí, ya eres mío. No me abandonarás, ¿pensabas que lo tendrías tan fácil? Tranquilo, también me he ocupado de ella y ya no se interpondrá entre nosotros. Yo sé que tú no tenías la culpa, ella te había engatusado pero ya no importa, mi vida. Te amo tanto que tuve que hacerlo. Descansa mientras voy al tocador para arreglarme un poco, quiero que cuando nos reencontremos me veas radiante. Ya voy cariño, no tardo, espera unos minutos.

viernes, 11 de noviembre de 2011

A ciegas

- No veo, no veo, no veo. ¿Qué está pasando? ¿Hay alguien ahí?
- Si mi niña, mamá está aquí. No te toques, debes tener un tiempo la venda. Te han operado hace media hora.
- Creía que me había quedado ciega, que miedo. Por cierto ¿a qué huele? Huele como a piel quemada, ¿dónde estamos? Yo no oigo gente, ¿no estamos en el hospital?
- Sí, es que estamos en una habitación aislada, no te preocupes.
- Sí, ¿pero cómo he llegado aquí? No recuerdo nada. ¿Por qué me han operado de la vista? No tengo ningún problema, al menos que yo recuerde. Estoy muy confusa, tengo miedo. No me has dicho que es ese olor tan raro. ¿Por qué no siento las piernas tampoco? ¡Dime qué está pasando!
- Tranquila. Aún estás bajo los efectos de la anestesia. Te han dado muchos calmantes.
- ¡Quieres contestarme! ¡Contéstame! ¡Contéstame! ¡Joder!
- Mi pequeña, mejor te lo digo en otro momento, será mejor así. Intenta descansar, ¿vale? Intenta dormir un poquito.
- ¡Quieres decirme qué está pasando! ¡Vamos mamá! ¡Dímelo! ¡Dime que me está pasando! ¡Qué es ese olor tan intenso a quemado! Y ¡Por qué no siento las piernas! ¡Dímelo joder!
- Está bien, tranquila mi niña, tranquila, te lo contaré, te lo contaré, cielo. Hace un par de horas... cariño –decía llorando- ha sido tu marido, mi niña, ha sido tu marido. Ahora está en el cuartel de la Guardia Civil. ¿No recuerdas nada?
- No, no recuerdo nada, ¿qué tengo que recordar?
- Cariño, no sé como decírtelo, no sé si es mejor que olvidemos el tema. Descansa, intenta descansar.
- ¡Que no! ¡Dime que pasa! ¡Dímelo!
- Mi niña, llamaste hace tres horas a casa asustada. Decías que Julio te estaba amenazando que te iba a matar. Tu padre y yo llamamos rápidamente a la policía para que fueran a tu casa. Cuando llegaron era tarde. Te encontraron entre las llamas, mi niña, la casa estaba ardiendo, y tenías unas vigas encima.  Estabas totalmente inconsciente.  Tienes quemaduras de tercer y cuarto grado en el treinta por ciento del cuerpo, cariño. Las piernas... han tenido que amputartelas. Y la vista... de momento no sabemos nada, te han operado hace un momento, pero los médicos dijeron que había un porcenjate muy alto de que la perdieras.Lo siento mi vida, lo siento mi pequeña, lo siento, lo siento, mi niña, mi niña...
- ¿No podré volver a andar? ¿Estoy ciega?
- Sí, mi niña, así es. Pero nosotros vamos a estar aquí, todo va a salir bien, cariño, todo va a salir bien, cielo, con el tiempo todo se arreglara, ya lo veras, ya lo verás, sí, ya lo verás- decía llorando mientras la abrazaba con sumo cuidado-
-¡Nooooooooo! ¡Nooooooooo! ¡Déjame! ¡Déjame! ¡Diosssssss! ¡Diossssssss mioooooooo! ¡Por queeeeé! ¡¡Por qué yo!! ¡Diosss míooo! ¡Por qué! ¡Por qué! ¡Diosss míoooo!

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Y nada más existió hasta el próximo tren...


“Donde hubo, retuvo”

Y nada más existió hasta el próximo tren, tan sólo el perfume y esa mueca extraña en forma de sonrisa. La mirada lo dijo todo sin decir nada. Las caricias y el abrazo me supieron a poco. Tal vez no te vuelva a ver y el miedo y la distancia apuesten por el olvido,  aunque a juzgar por el sabor salado que dejaron tus besos en mi boca supe que no tardarías en echarme de menos.


Bipolar

Y nada más existió hasta el próximo tren. La sangre derrochándose por tu cuello, miradas de interrogación en los transeúntes, un silbato que ordena que me aparte de ti. 
Los demás siguen en la fila comprando el billete del próximo tren, el mismo que nos sacaría a ti y a mí de este infierno en el que yo dejaría de ser tu amante y tú la que marca el 016. 
La sangre coagula en el andén mientras yo me convenzo de que el culpable salió corriendo. 

miércoles, 2 de noviembre de 2011

COMO TANTAS VECES HABÍA HECHO DE NIÑO...

Reprimido

A sus ochenta y dos recién cumplidos,como había hecho tantas veces de niño, sacó al porche su caballete, mezcló las témperas en la paleta de su malograda imaginación e hizo realidad, a través del papel, el sueño de lo que siempre había querido ser. Sencillo pero imposible.
El viento a su favor, su viejo bloc esperando en blanco, distintos pinceles y colores, pero siempre la misma imagen: el rostro de una mujer.

Víctima y verdugo
Como tantas veces había hecho de niño, Suki, subió a la montaña de  los tres picos con sus soldaditos de plomo, los coches de carreras y el trineo de madera con ruedas que le había hecho su abuelo. Un batallón de recuerdos inundó su mente al coger al comandante de la caballería, el señor Hopkins...
- ¡Tú cállate cuatro ojos! ¡Dame ahora mismo todas las canicas si no quieres que te canee!
- No me hagáis daño por favor, os daré lo que me pidáis.
- ¡Miradle, tan cobardica como su hermano! ¡Adelante caballería! Que no quede ni una sola.

Libre
Como tantas veces había hecho de niño, se despojó de sus ropas en la orilla del rio, cogió su vieja canoa y se echó rio abajo. Sentía el viento fresco en su espalda y la furia con la que el agua azotaba las piedras. Mientras luchaba por no perder el control, notaba cómo la sangre fluía con fuerza, transformando su muñón malogrado en una robusta pierna, cómo la herida de bala del pecho se desvanecía con la frescura de la naturaleza, todo bajo control, sin miedo. Como un pájaro que despliega sus alas, por un momento volvió a sentir la libertad.

Los monstruos sí existen
Como tantas veces había hecho de niño, miró dentro del armario,  detrás de las cortinas detrás del ropero, abrió los cajones de la mesita... Por causas que se desconocen, había sufrido terrores nocturnos siendo muy pequeño. Yo ya me había cansado de insistir al tratar de convencerle de que los monstruos no existen. Se sentó en la cama como de costumbre para quitarse los zapatos. De repente una mano le agarró por el tobillo. Fue un instante. Con la mano en el pecho cayó al suelo.
 Aun recuerdo los gritos de nuestra pequeña Julia:
- ¡Sólo era una broma papá!

Entre las estrellas
Como tantas veces había hecho de niño, subí al desván y cogí el telescopio para mirar las estrellas desde la ventana. Recuerdo cómo Cuco y yo nos peleábamos por mirar cuando éramos pequeños, yo siempre miraba primero. Cada noche subíamos después de lavarnos los dientes, antes de meternos en la cama y nos quedábamos bastante rato mirando las constelaciones, averiguando en cuál de ellas estaría mamá.

“La Martinica”
Como tantas veces había hecho de niño en las obras de teatro, no le pareció un reto interpretar el papel de hombre en su primera película. El mayor inconveniente era ocultar la ciento cinco copa C. La noche del estreno prometía. El Caudillo estaba en la segunda fila protegido por agentes de la Guardia Civil.
Como acostumbraba al finalizar cada obra,  Martina se quitó las vendas delante del público y exhibió sus voluptuosos pechos. De pronto, un olor intenso a plomo inundó la sala del Capitol. Fue sin duda el primer destape en el cine español.

Los Santos Inocentes
Como tantas veces había hecho de niño, marcó el teléfono de su hermana para gastarle una broma. No pensaba lo que le diría al descolgar, le gustaba improvisar. Se había hecho pasar por director del Banco Santander, cajero del supermercado, policía...
Esta vez decidió ir más allá.
- Hola, buenos días. ¿Eloísa Martín?- Dijo, tapando ligeramente el auricular del teléfono.
- ¿Quién es?
- Soy el dueño de la funeraria Los Olivos. Ayer hablé con su mujer, quería informarle sobre el precio de los féretros.
- ¿Está usted de broma? Mi mujer lleva muerta dos semanas- Exclamó enfadado, intentando contener la risa.

¿Dígame?
Como tantas veces había hecho de niño travieso, Susana era consciente de que dieciocho años no serían suficientes para ver a su hijo madurar. Desde  que a los cinco años incendió el sofá, supo que el pequeño iba a dar mucha guerra. Por eso, muy a su pesar, la llamada desde el cuartel de la Guardia Civil no le sorprendió a altas horas de la madrugada. Lo que sí le quitó el sueño y las ganas de vivir fue ser consciente de que jamás volverían a llamar. Desde entonces, cada noche se despierta a las cuatro y media y descuelga el teléfono.

Falsa alarma

Como tantas veces había hecho de niño nada más levantarse de la cama colocó la mano en el pecho manteniéndose totalmente inmóvil durante un instante, pendiente de los latidos del corazón. Después, delante del espejo del baño, analizaba minuciosamente el estado de la dentadura, por si alguna nueva caries hubiera aparecido mientras dormía.
Tras comprobar detenidamente todas las constantes vitales, la espesura del cabello, la garganta, el cúmulo de grasa del vientre, las estrías del trasero y el tamaño y estado de su miembro viril, marcaba el ciento doce y decía:
-Todo está bien señores, un día más estoy vivo.