domingo, 15 de febrero de 2015

Blues Cat




La sala demasiado llena, yo demasiado seco, y una tenue luz de velas que amortigua la avaricia, el vicio y el sucio olor a dinero desgastado por las manos del juego.


 Esa es mi escena. 
             
                Mi rutina, mi sepultura.


 El whisky ya no quema, empacha. Las horas ya no son eternas, se estancan, se ahogan en tus curvas, se quiebran en tu mirada de gata, se secan en tu espalda mojada. 

         No huyas.

No huyas, gata, pues barrer el polvo de tu desdicha no dejará impoluto tu rastro de serpiente inoportuna. No huyas, gata, lárgate, búscame, no te acerques por los rincones entre las miradas transeúntes, deja de existir entre la multitud para que yo sin siquiera mirarte, pueda verte. Y saber que aún sin estar...te quedas.

2 comentarios:

BrujaCasiopea dijo...

Me he puesto la música de fondo para leer el relato. Yo también he estado en ese bar, pero no vi ninguna gata. Había un gato de 653 años que decidió ahogarse en el water. Bueno... no lo decidió, tuvimos que obligarlo la chica de los pies en la tierra y yo. Salpicó agua, pero ya hemos limpiado. A la mierda.

Rosa dijo...

jajajajajja... pobre gato...mira qué era viejo, y vais vosotras dos y os lo cargais tirándolo por el váter, es una muerte muy fétida. Pero menos mal que por lo menos lo habéis dejado todo limpio, si no...el dueño del bar no se iba a andar con florituras.

Un abrazonube!!! Casibruja!!