Cobarde.
Te enseñé la cicatriz que escondo entre las tetas y sólo te acercaste a mí para decir: "Tápate, por favor". Antes de que mi última lágrima derramada se deshiciera en el suelo te miré a los ojos, y en ellos pude ver tus testículos reducidos y anudados, oprimiéndote la garganta. Sin más, me fui.
No hay comentarios:
Publicar un comentario